Lo Que Cristo Hizo Por Nosotros en la Cruz
En Romanos 3:21-26 encontramos 4 grandes palabras que definen lo que Cristo hizo por nosotros en la Cruz.
Romanos 3:21-26 (Biblia Expandida de Fe)
21 Pero ahora, aparte e independientemente de la Ley, se ha manifestado abiertamente la justicia de Dios que es testificada y confirmada por la Ley y los Profetas;
22 la justicia de Dios, que es por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no existe ninguna distinción ni diferencia
23 porque todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,
24 pero son justificados (declarados inocentes y hechos justos) gratuitamente por medio de su gracia (que es el favor y la buena voluntad de Dios hacia nosotros) provista por medio de la redención cumplida en Jesucristo (el Salvador Ungido)
25 quien fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por medio de su propia sangre, a través de la fe.
26 De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia al haber pasado por alto en su paciencia nuestros pecados pasados para demostrar en este tiempo Su justicia, a fin de que Él sea el justo y el justificador del que tiene fe en Jesús.
Estas 4 grandes palabras son gracia, propiciación, redención y justificación.
La gracia nos habla de la provisión gratuita de Dios para proveernos la salvación, la propiciación de la víctima sacrificial que Dios uso para proveerla, la redención del pago para lograrla y la justificación del efecto en los que la reciben.
1. Gracia
La primera gran palabra en cuanto a la salvación es la gracia.
A lo largo de mi vida cristiana he visto personas que tratan de justificarse ante Dios por medio de sus acciones. Buscan cumplir una serie de requisitos para alcanzar el favor de Dios, el problema es que no pueden cumplirlos.
Efesios 2:8-9 es uno de los versículos más conocidos en cuanto a la salvación: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; por obras, para que nadie se gloríe.”
El regalo de Dios es la salvación, la cual nos viene por gracia, no por medio de las obras, o es lo que nosotros hagamos sino lo que Dios proveyó para nosotros, lo cual lo recibimos por medio de la fe.
En Romanos 4 Pablo explica más acerca de esto:
Romanos 4:1-8
1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.
3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.
4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.
6 Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,
7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.
8 Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
El otro día debatía con una persona en internet que decía que una persona para ser llamada cristiana tenía que cumplir ciertos requisitos y mostrar el fruto. Yo le decía que si para ser cristiano tenías que mostrar frutos antes de convertirte por demás murió Cristo. El fruto viene como resultado de la salvación, no antes.
Eso es lo que nos muestra el ejemplo de Abraham, que nuestra justificación no es un asunto de obras sino de gracia; no es lo que nosotros hagamos sino lo que el proveyó.
Si fuese por nuestras obras o las cosas que hagamos ya no sería algo gratuito sino de un pago por las cosas que hemos hecho. Entonces podríamos hacer lo que dice Efesios 2:9, gloriarnos porque lo hemos logrado por nuestros propios medios.
2. Propiciación
La segunda gran palabra es la propiciación.
Hace un tiempo vi una película en la que en Hawaii trataban de tirar a una persona en un volcán y detener la ira de su Dios para que ese volcán no erupcione y destruya la isla.
Ese es el significado de la palabra propiciación, sacrificar una víctima para aplacar la ira de un Dios.
En Primera de Juan podemos ver dos pasajes en cuanto a la propiciación:
1 Juan 2:2, 4:10
2:2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Jesucristo es la víctima que Dios eligió como propiciación por nuestros pecados.
Vayamos a Génesis para ver la promesa de un sacrificio por nuestros pecados:
Génesis 22:1-14
1 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
7 Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
9 Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.
10 Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
11 Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.
13 Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
En esta historia vemos la figura de la sustitución. Dios le había pedido a Abraham que le sacrifique su hijo Isaac. Y Abraham en obediencia fue para hacerlo. Al momento del sacrificio Dios le dijo que se detenga porque se había provisto de un cordero para hacerlo.
En los versículos 7 y 8 cuando Isaac le pregunta a su padre: “Donde está el cordero para el sacrificio”; Abraham le respondió: “Dios se proveerá un cordero para el sacrificio.”
Y eso es lo que hizo Dios, se proveyó de un Cordero para sacrificarlo como pago por nuestros pecados.
3. Redención
La tercera gran palabra que encontramos es redención.
Aquí la palabra redención es apolutrosis, esta palabra griega significa redención en pleno o liberación total contra el pago de un precio.
En la Biblia encontramos cuatro palabras griegas para redención: agorazo que significa el comprar en un mercado de esclavos; exagorazo que signica comprar para sacar del mercado de esclavos; lutroo que significa liberar mediante el pago de un precio; y, apolutrosis que significa la redención total mediante el pago de un precio.
Antes de venir Jesús, Satanás tenía el control del mercado de esclavos; ahora hemos sido redimidos; pero las personas que rechazan a Jesús siguen en ese mercado.
Veamos Romanos 6:17-20 para ver esto de manera más clara: “Pero gracias a Dios, ustedes, después de haber sido esclavos del pecado, han obedecido de corazón a la regla de doctrina que les ha sido transmitida y ahora, habiendo sido liberados del pecado, han llegado a ser esclavos de la justicia. Voy a hablarles en términos humanos, teniendo en cuenta la debilidad natural de su carne. Si antes entregaron sus miembros físicos, haciéndolos esclavos de la impureza y de la iniquidad cada vez mayor, pónganlos ahora al servicio de la justicia que lleva a la santificación. Porque cuando eran esclavos del pecado, ustedes estaban libres con respecto de la justicia” (Biblia Expandida de Fe).
Este pasaje nos da una idea muy clara de lo que pasaba antes de conocer a Jesús, estábamos en ese mercado de esclavo; esclavizados completamente al pecado; pero al recibir a Jesús y nacer de nuevo hubo un cambio; fuimos quitados de ese mercado y dejamos de ser esclavos del pecado; ahora somos esclavos de la justicia.
Wuest nos dice de la palabra exagorazo: “La segunda palabra que Pablo usa (para redención) es exagorazo; el comprar a un esclavo sacándolo del mercado. El esclavo de nacimiento del Señor Jesús es comprado no solo para ser su esclavo, sino que es comprado para salir del mercado de esclavos, para nunca volver a ponerlo en venta en ningún mercado de esclavos. Se vuelve esclavo del Señor Jesús por el tiempo y la eternidad.”
En Gálatas 3:13 podemos ver la aplicación de esta palabra: “Cristo compró nuestra libertad [redimiéndonos] de la maldición (el destino funesto) de la Ley [y su condenación] por [Si mismo] al hacerse maldición por nosotros, como está escrito [en las Escrituras], Maldito todo el que es colgado de un árbol (es crucificado)” (Biblia Amplificada).
Cristo nos sacó de la maldición de la ley para que nunca más volviéramos a estar en ella, es decir nos hizo completamente libres.
En 1 Pedro 1:18-19 dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.”
La palabra rescatar es lutroo que como vimos significa redimir. Hemos sido redimidos por un gran precio, la sangre de Jesucristo.
En los mercados de esclavos, estos eran comprados con monedas de oro o plata, pero para sacarnos de la esclavitud del reino de tinieblas en el cual vivíamos, Jesucristo mismo derramó su sangre y murió por nosotros.
En Efesios 1:7 dice: “En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia.”
Aquí la palabra redención es apolutrosis y nos muestra la liberación total de la culpa por los pecados, es decir, nuestra completa y total libertad del pecado por el pago del gran precio que fue la sangre de Jesucristo.
En Hebreos 9:15 dice: “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.”
Aquí la palabra remisión es apolutrosis y nos muestra, que a diferencia del primer pacto donde solo eran cubiertos los pecados de sacrificio en sacrificio, por medio de la muerte de Jesús no solo hemos sido hechos libres de las consecuencias del pecado, sino del pecado mismo.
Hemos sido hechos totalmente libres del pecado y sus consecuencias.
Nosotros estábamos en el mercado de esclavos de Satanás, muertos espiritualmente y viviendo y viviendo bajo maldición; Cristo nos redimió, pagando con su preciosa sangre, para que nunca más tengamos que volver a estar bajo el yugo de Satanás.
4. Justificación
Nuestra cuarta palabra es justificación.
Vine define la justificación de esta manera: “La justificación la absolución legal y formal de toda culpa por parte de Dios como Juez, siendo el pecador pronunciado justo al creer en el Señor Jesucristo.”
A los ojos de Dios nosotros ya no somos culpables sino inocente; legalmente Dios nos declaró inocentes y nos hizo justos.
En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
En el derecho existe la figura legal de la cosa juzgada, es decir, si una persona fue juzgada y condenada por un delito, otra persona no puede ser juzgada y condenada por el mismo delito, ya es una cosa juzgada.
Jesús que no conoció pecado por nosotros fue hecho pecado para que Dios pudiera declararnos inocentes y hacernos justos.
Dos hermanos gemelos vivían en un país donde estaba vigente la pena de muerte.
Uno de los dos era una persona tranquila y honrada, jamás había tenido un problema con la ley, pero el otro era todo lo contrario, problemático, vividor delincuente.
Un día el hermano problemático llegó a la casa de su hermano asustado, con la camisa llena de sangre y un cuchillo en la mano, acababa de matar a otra persona; sin preguntar el hermano tranquilo le dijo: “Dame tu camisa y el cuchillo y escóndete en mi cuarto.” Su hermano hizo lo que le dijo, y cuando se escondió, el otro se puso la camisa ensangrentada y agarró el cuchillo.
De pronto la policía llegó a su casa y al verlo con la camisa ensangrentada y el cuchillo lo encarcelaron.
Al día siguiente lo llevaron ante el juez y él se negó a responder las preguntas. Llegaron los testigos y lo reconocieron, tenían además la camisa ensangrentada y el cuchillo con que se cometió el crimen.
Por el peso de las pruebas rápidamente fue condenado a muerte, pena que se cumplió al día siguiente.
Cuando se enteró el hermano asesino, fue a entregarse arrepentido, diciendo: “Condénenme a mí también, yo fui el verdadero asesino.”
El juez le dijo: “Ya no se puede hacer nada, dos personas no pueden recibir el mismo castigo por el mismo castigo, es cosa juzgada.”
En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.”
Por medio de la obra completa de Cristo en la cruz es que nosotros fuimos justificados para con Dios.
La justificación es el acto legal por medio del cual Dios nos declaró inocentes y nos hizo justos, lo que nos hizo estar en una posición correcta con Dios por medio de la obra consumada de Jesucristo.
No tiene para nada que ver con nuestros propios méritos, nada que hayamos hecho sería capaz de justificarnos, es por medio de la “cosa juzgada” que nosotros fuimos hechos libres del pecado y sus consecuencias.
Hebreos 10:19-22
19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,
20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,
21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
Ahora que tenemos libertad y pleno acceso para entrar a la misma presencia de Dios por la obra de Jesucristo en la cruz entremos confiadamente porque ya no hay nada que nos separe de Dios. El pecado y la culpa ya fueron quitados, Dios ya nos declaró inocentes y nos hizo justos.
Ricardo Botto