viernes, 31 de enero de 2014

Sanidad Divina 7 - Como Ministrar Sanidad Divina a Otros 3

Lo tercero que debes de hacer es decirle a la persona que Jesús ya lo ha sanado


Debes decirle a la persona lo que Jesús ya hizo por el: que tomó sus enfermedades, sufrió sus dolores y que por sus llagas ya fue sanado.

Ahora que ya sabes esto, debes de transmitirlo a otras personas.

Tengo un amigo que hace varios años empezó su ministerio de sanidad y que se le murieron las 20 primeras personas por las que oró.

Después de estas 20 personas muertas el hermano estaba completamente desanimado: "Señor, ¿no me mandaste acaso a orar por los enfermos?" 

"Si," le dijo el Señor; y el hermano le respondió: "¿Y por qué se mueren? Ahora los hermanos me están llamando el Dr. Mortis, todos se están burlando de mi, dicen que si voy a orar es muerte segura, ¿que pasa Señor?".

Y el Señor le respondió: "¿Qué haces cuando vas donde los enfermos?"

"Bueno Señor, yo simplemente voy a visitar al enfermo al hospital, le digo que voy a orar por él, le impongo las manos y me voy".

El Señor le dijo: "Mira hijo, estás haciendo mal, mi Palabra dice que la fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios, el enfermo no tiene fe para recibir su sanidad y por eso se muere. Lo que tienes que hacer enseñarle lo que la Biblia dice de la sanidad, luego le preguntas si quiere ser sanado, y al final lo ministras para que reciba la sanidad, y así será sanado."

Lo volvieron a llamar al hermano para que ministre a un enfermo grave, así que el hermano fue e hizo lo que el Señor le había dicho.

Le explicó lo que la Biblia dice en Isaías 53:4-5, Mateo 8:17 y Primera de Pedro 2:24, donde dice que Jesús tomó nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores y que por sus llagas fuimos curados; después de eso le preguntó si quería recibir su sanidad, como el enfermó dijo que si, el hermano lo ministró y el enfermo fue sanado inmediatamente.

A partir de entonces el ministerio del hermano cambió completamente y hasta hoy la gente sigue siendo sanada a través de su ministerio.

El hermano había aprendido una gran verdad, debemos enseñarle a la gente la Palabra de Dios.

Cuando estudiaba en el Centro de Entrenamiento Bíblico formaba parte de un grupo de evangelismo que visitaba los hospitales los martes, jueves y sábados.

Íbamos a visitar a los enfermos, les ministrábamos la Palabra y orábamos por ellos; y muchas veces cuando regresábamos al hospital ya no se encontraban los enfermos, estaban sanos.

En un día común sucedía lo que me pasó una vez.

La hora de visita en el hospital era de 2 a 4 de la tarde; así que cuando terminaba el horario de visita nos escondíamos en los baños, las escaleras o cualquier sitio, y de ahí empezábamos a visitar cuarto por cuarto a los enfermos.

Un día teníamos que ir a cuidados intensivos, un enfermero tenía a su tía en estado de coma así que me hizo pasar junto con una hermana.

Llegamos donde la tía, y oramos para que salga del coma, y la mujer de unos 80 años, salió del coma y nos preguntó: "¿Dónde estoy?"

Unos pacientes del otro cuarto nos llamaron cuando vieron lo que pasó y nos dijeron que querían recibir lo que la señora había recibido; les compartimos de la sanidad divina, lo que Cristo hizo por ellos y los ministramos, uno de los dos que no podía caminar empezó a caminar y la otra persona que tenía un tumor en la pierna, sentí como se disolvía en mis manos.

Vinieron entonces los doctores y nos sacaron del pabellón.

En esa época no estaba en el ministerio a tiempo completo, solo era un simple creyente, compartiendo la Palabra de Dios y ministrando a otros.

Todos los creyentes podemos ministrar a otras personas. 

Tú puedes orar por los enfermos, Dios quiere usarte a ti.

A tí que estás ungido, a tí que tienes la autoridad, a tí que sabes que eres sano por las llagas de Jesús.

En Marcos 16:17 Jesús dijo: "Pondrás las manos sobre los enfermos y se sanarán". En Santiago 5:4-5 dice que también podemos ungir a los enfermos con aceite en el nombre del Señor porque la oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará.

Hay muchos métodos para ministrar a los enfermos, el asunto es si es que tú estás dispuesto a creer y hacer la Palabra de Dios, los milagros empezarán a ocurrir en tu vida.

Solo tienes que atreverte.

No debemos estar con la actitud que dice: ¿Y si no sana? ¿Y si no pasa nada? Mejor que el pastor ore.

Yo empecé a orar por los enfermos cuando ni siquiera soñaba que sería pastor, era un simple miembro de la iglesia.

En realidad, yo empecé a predicar cuando recién me había convertido. Era un joven de 17 años que predicaba de persona a persona. 

Un joven o adulto cualquiera lo puede hacer. 

La edad no interesa, una vez escuché a un señor de 60 años que se convirtió y dijo: "60 años serví al diablo, 60 años serviré a Dios". y se puso a predicar por todos lados.

Nosotros ya hemos sido sanados por las llagas de Jesús, ahora nos toca a nosotros ministrar la sanidad.

Ahora nos toca a nosotros ir y ministrar a los enfermos.

Recuerda para ministrar a otros debes hacer lo siguiente:

Lo primero que debes hacer es saber que por el hecho de estar en Cristo estás ungido para ministrar a los enfermos.

Lo segundo que debes hacer el conocer lo que la Biblia dice acerca de la sanidad divina.

Lo tercero es ir donde el enfermo, compartirle lo que la Biblia dice de la sanidad divina, de como Jesús tomó nuestras enfermedades, sufrió nuestros dolores y que por sus llagas hemos sido curados.

Después de eso ministrarlo usa alguno de los métodos que veremos en las siguientes entradas del blog.

miércoles, 29 de enero de 2014

Sanidad Divina 6 - Como Ministrar Sanidad Divina a Otros 2

Lo segundo que debes hacer es conocer lo que la Biblia dice acerca de la sanidad divina


Mucha gente no recibe sanidad y no puede ayudar a otros porque no sabe lo que la Biblia enseña de la sanidad divina, y está lleno de tradiciones, lleno de religiosidad, lleno de ideas preconcebidas, lleno de temor.

Hace años conocí un pastor joven, que tenía unos 40 años, al que le dio cáncer, que decía que Dios le dio el cáncer para enseñarle algo.

Nunca supimos lo que Dios le quiso enseñar porque se fue al cielo.

Y sería gracioso sino es porque fue tan triste.

Mucha gente se va al cielo antes de tiempo diciendo: "Yo se que Dios me va ha sanar; algún día Él me sanará".

La sanidad no es algo en el futuro.

La sanidad se pagó hace 2,000 años.

En la misma cruz que Jesús estaba muriendo por nuestros pecados también sanó nuestros cuerpos.

En Isaías 53:4-5 podemos ver esto: "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,  y sufrió nuestros dolores;  y nosotros le tuvimos por azotado,  por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones,  molido por nuestros pecados;  el castigo de nuestra paz fue sobre él,  y por su llaga fuimos nosotros curados."

Notemos que son palabras en tiempo pasado.

Llevó es en tiempo pasado.

Sufrió también es en tiempo pasado.

Fuimos es en tiempo pasado.

Si dice que Él sufrió nuestros dolores, llevó nuestras enfermedades y por sus llagas fuimos curados, ¿cómo es eso de que Él me sanará algún día?

Dios ve las cosas en tiempo pasado y la gente ve las cosas en tiempo futuro.

Porque la sanidad está apuntando siempre a la cruz; nuestra sanidad está apuntando siempre a la cruz que fue el día que el precio fue pagado.

Ese día Jesús llevo tu enfermedad; ese día sufrió tu dolor, ese día por su llaga fuiste tú curado.

Así que el punto no es que Dios te va a sanar sino recibir lo que ha sido pagado, lo que ha sido cancelado, lo que Cristo ya hizo.

Jesús ya pagó el precio de tu sanidad, tu sanidad ya esta provista. Ya está disponible para ti.

Mucha gente recibe su sueldo a través del banco; es decir, los empleadores colocan el sueldo de su personal a través de un banco para que ellos lo retiren en la fecha indicada.

En quincena o fin de mes, o en la fecha acordada el dinero es depositado en el banco a nombre del empleado.

El dinero ya está dispuesto, la persona solo debe ir al banco, o al cajero automático del banco y retirar su sueldo.

Ahora, ese dinero no será tuyo, el dinero ya es tuyo, lo único que haces es retirar lo que te pertenece.

Si no quieres cobrarlo ese dinero sigue en el banco, sigue estando disponible para ti porque es tuyo, sencillamente has decidido no retirarlo.

Del mismo modo ya fue el día del pago; Jesús ya pagó el precio por nuestra sanidad hace 2,000 años; nuestra sanidad ya fue depositada en el banco celestial, de nosotros depende acercarnos y retirar lo que ya fue depositado para nosotros.

A los ojos de Dios el pago ya fue hecho, nosotros ya fuimos sanados por las llagas de Jesús.

La sanidad ya es tuya, no tienes que trabajar para obtenerla, ya está dispuesta para ti.

Puede que estés sufriendo, puede que tengas una enfermedad, pero en el banco de Dios ya está provista tu sanidad. 

Solo tienes que recibirla.

Pero el problema es que mucha gente no la recibe porque no sabe que ya está dispuesta para ella.

Algunas personas dicen: "Dios me va a sanar si es su voluntad, si Dios quiere sanarme el conoce mi casa, conoce mi teléfono y hasta mi correo electrónico. Así que Él puede venir y avisarme".

No es así, Dios ya te sanó, solo vas a recibir lo que ya es tuyo; vas a recibir lo que ya te pertenece.

¿Te acuerdas que el Espíritu Santo es las arras de nuestra herencia?

La arras sencillamente son el pie o anticipo que garantiza que lo que compras ya es tuyo.

Cuando tu compras un auto o una casa al crédito tu das un pie o anticipo, tu das la inicial, lo cual garantiza que el auto o la casa ya es tuya.

Te dan el título de propiedad y ya puedes subirte al auto o entrar a la casa y empezar a disfrutar de lo que ya es tuyo.

Del mismo modo, la garantía de tu herencia ya te fue entregada.

La sanidad ya te fue dada, es tuya, es parte de tu herencia, solo tienes que recibir lo que te pertenece; y como tu sabes que te pertenece también puedes compartirlo con otras personas.

martes, 28 de enero de 2014

Sanidad Divina 5 - Como Ministrar Sanidad Divina a Otros 1

Como Ministrar la Sanidad Divina a Otras Personas

¿Cómo ayudar a una persona a ser sanada?

Porque a veces nos encontramos con gente enferma y no sabemos que hacer. Le decimos "te invito al culto el día domingo": y nos encontramos en lunes. Y se te muere la persona durante la semana.

¿Que hacer para ayudar a una persona para que sea sanada?

Lo primero que debes hacer es saber que estás en Cristo.

Tu estás en Cristo, si Cristo en ti tú estás en Él.

La palabra Cristo significa "el ungido" y si estás en Cristo significa que estás en el Ungido y en su unción.

En 1 Juan 2:20 y 27 dice que la unción está en ti.

1 Juan 2:20, 27
20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo,  y conocéis todas las cosas.
27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.

La unción del Espíritu Santo está sobre ti y la unción permanece. La unción no se va, la unción permanece en ti.

La unción está siempre contigo; si caminas para adelante la unción está contigo; si caminas para atrás la unción sigue contigo, si vas para el costado la unción continúa a tu lado. Si te acuestas la unción sigue ahí y cuando te levantas también.

En Efesios 1:13-14 dice lo siguiente: "En él también vosotros,  habiendo oído la palabra de verdad,  el evangelio de vuestra salvación,  y habiendo creído en él,  fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,  para alabanza de su gloria."

Cuando tú recibiste a Jesús fuiste sellado con el Espíritu Santo de la promesa. Esto no es el bautismo con el Espíritu que recibiste posteriormente; sino que en ese momento recibiste a la persona del Espíritu Santo en ti.

Al nacer de nuevo el Espíritu Santo vino a morar en ti; y cuando vino el Espíritu Santo vino la unción sobre ti; por ese motivo es que tú y yo tenemos la unción.

Tú no tendrás la unción, ¡tú ya la tienes!

¿Que es la unción? La unción es el poder de Dios para hacer lo que no puedes hacer; el poder de Dios que te capacita para hacer algo.

La palabra unción es sinónima de la palabra untar.

A quien no le gusta el pan con mantequilla, es una de las cosas que más me gusta; me pueden colocar palta, jamón, paté o mermelada y mi preferida siempre será la mantequilla.

¿Qué sucede cuando colocamos la mantequilla a un pan? ¿Cómo queda la mantequilla? Quedan juntos, unidos, pegados.

Si le echamos mantequilla a un pan, ¿se la podemos quitar? no podremos hacerlo, por más que tratemos y tratemos la mantequilla siempre quedará pegada al pan.

Es lo mismo que pasa contigo; tú estás en Cristo; Cristo está en ti, su unción está pegada en ti.

Un predicador decía una vez: "El Espíritu Santo esta contigo cuando tú manejas, pero cuando empiezas a manejar a más de 100 kilómetros por hora se va."

Eso es una gran falsedad; el Espíritu Santo sigue contigo; y si vas a 200 kilómetros por hora sigue contigo; y si aceleras a 300 kilómetros por hora sigue ahí, y si llegas a los 500 kilómetros por hora y te matas, y te vas al cielo; el Espíritu Santo estuvo contigo todo el tiempo, no se va en ningún momento.

El Espíritu Santo está morando en ti, la unción está sobre ti.

Ahora, lo que debemos entender es que la unción viene sobre nosotros y nos capacita para hacer algo. La unción no es solo para nosotros es también para llevarla a los demás. La unción que Dios te dio no es solo para ti sino también para que la lleves a otros lados; para poder ministrar a otras personas.

En Hechos 10:38 dice: "Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret,  y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,  porque Dios estaba con él."

Dios ungió a Jesús de Nazaret con un propósito, en este caso particular para hacer bienes y sanar a todos los oprimidos por el diablo.

La unción vino sobre Jesús para hacer algo.

Vamos al capítulo 4 de Lucas donde nos habla más específicamente de la unción sobre Jesús.

Lucas 4:14-18
14  Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea,  y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.
15  Y enseñaba en las sinagogas de ellos,  y era glorificado por todos.
16  Vino a Nazaret,  donde se había criado;  y en el día de reposo entró en la sinagoga,  conforme a su costumbre,  y se levantó a leer.
17  Y se le dio el libro del profeta Isaías;  y habiendo abierto el libro,  halló el lugar donde estaba escrito:
18  Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido PARA. . . 

La unción es PARA; la unción es PARA; la unción no es solo para guardártela; la unción es siempre para hacer algo.

Sigue diciendo:

Lucas 4:18-19
18  Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido PARA dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;
19  A predicar el año agradable del Señor.

Vemos aquí el propósito del ministerio de Jesús; predicar, liberar, sanar, dar buenas noticias.

El evangelio son siempre buenas noticias, hemos sido ungidos para predicar buenas noticias.

¿Cuál es la buena noticia para el pobre? Que en Cristo ya somos ricos. No lo seremos sino que ya lo somos.

Sea que tengas dinero o que no lo tengas ya eres rico; solo tienes que aprender a caminar en la bendición que ya está en ti.

Son buenas noticias para los pobres, no tienen que quedarse en el estado en el que están; porque por medio de Cristo ya somos ricos.

Pero también son buenas noticias para el enfermo; no tienes porque estar más tiempo enfermo; Jesús ya tomó tus enfermedades, llevó tus dolencias y por sus llagas ya fuiste curado.

El evangelio son buenas noticias para tí  y para los demás; y tu haz sido llamado, haz sido ungido por Dios para hacer algo.

Sigamos leyendo Lucas 4

Lucas 4:20-21
20  Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
21  Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

Veamos lo que pasa acá; Jesús les está diciendo: "Hoy se ha cumplido delante de ustedes esta Escritura."

¿Que Escritura? Lo que dice en Isaías 61, que es lo que estaba leyendo Jesús; que la unción estaba sobre Él.

Y la unción sigue sobre Jesús porque en Hebreos 13:8 dice que Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre.

Jesús no ha cambiado, el sigue haciendo lo mismo el día de hoy; pero ¿cómo lo hace hoy? A través de su cuerpo.

La iglesia es llamada el cuerpo de Cristo, Jesús es la cabeza y nosotros el cuerpo.

Efesios 1:22-23
22  Y sometió todas las cosas bajo sus pies,  y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
23  la cual es su cuerpo,  la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Jesús es nuestra cabeza.

En el Salmo 133, hablando de la unción y la comunión dice lo siguiente:

Salmo 133
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!
2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras;
3 Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.

De ese mismo modo la unción viene sobre Jesús que es la cabeza y desciende sobre todo su cuerpo.

En Mateo 28:18-19 cuando habla de la autoridad del creyente dice: "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo,  y del Espíritu Santo."

Es decir, cuando Cristo resucitó, recibió toda la autoridad, y si la cabeza recibió la autoridad también la recibió su cuerpo; y lo que Jesús les está diciendo es que ya que el recibió toda la autoridad, también la tiene su cuerpo; es decir nosotros que somos la iglesia.

La cabeza no puede recibir los pies y que los pies se queden sin ella. Tú eres el cuerpo de Cristo y como tal recibiste la unción.

Tu ya tienes la unción, porque como Él es, eres tú en este mundo (Primera de Juan 4:17).

Como Cristo es, eres tú en este mundo; si Jesucristo es ungido, tu también eres ungido.

Es por eso que nos llamamos cristianos; cristiano significa uno como Cristo; o un pequeño Cristo; o como me dijo hace años un hermanos eres un cristito.

Cristo significa "el ungido"; entonces el cristiano también significa "uno que es ungido".

Al llamar a tu hermano "cristiano" le estás diciendo que es un ungido; no le estás diciendo que será un ungido; como si hablásemos de algo en el futuro sino que en el presente ya es un ungido. Es un ungido hoy.

Tú ya tienes la unción, y es por la unción que hay en ti que puedes hacer algo. Y es por esa misma unción que tu puedes hacer las obras de Jesús en esta tierra.

Tu has sido llamado para hacer las obras de Jesús en esta tierra; ¿Y cuales eran las obras de Jesús en esta tierra? Él predicaba, enseñaba y sanaba a los enfermos.

En Mateo 4:23 dice: "Y recorrió Jesús toda Galilea,  enseñando en las sinagogas de ellos,  y predicando el evangelio del reino,  y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo." Y en Mateo 9:35 dice: "Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas,  enseñando en las sinagogas de ellos,  y predicando el evangelio del reino,  y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo."

Las obras de Jesús consistían en predicar, enseñar y sanar a los enfermos; y eso debemos hacer hoy porque estamos ungidos para eso. 

Él nos dio el ejemplo para que también hagamos lo mismo; podemos ver esto al leer los Evangelios donde Jesús hacía estas cosas.

Tú puedes hacer también las obras de Jesús en esta tierra y ser de bendición para la gente porque tienes la unción.

En Juan 14:12 dice: "De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará,  porque yo voy al Padre."

¿Cuáles son las obras mayores de las que habla Jesús?

Cuando Jesús estuvo en la tierra ninguna persona nació de nuevo, porque el Espíritu Santo no había sido enviado porque Jesús aún no había sido glorificado.

Pero cuando Jesús murió y resucitó, el Consolador fue enviado a la tierra.

Y fue la primera vez que estuvo con los discípulos después de resucitar que Jesús que Jesús sopló sobre ellos y ellos recibieron el Espíritu Santo.

Juan 20:19-22
19 Cuando llegó la noche de aquel mismo día,  el primero de la semana,  estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos,  vino Jesús,  y puesto en medio,  les dijo:  Paz a vosotros.
20 Y cuando les hubo dicho esto,  les mostró las manos y el costado.  Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros.  Como me envió el Padre,  así también yo os envío.
22 Y habiendo dicho esto,  sopló,  y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

Las mayores obras son que nosotros predicamos el Evangelio y resucitamos muertos cada día. Cada vez que predicas el Evangelio y una persona nace de nuevo, ¡tú resucitas un muerto espiritual!

Resucitamos gente que está muerta espiritualmente, los cuales estaban yendo al infierno pero que ahora han pasado de muerte a vida; sus pecados son perdonados, y ahora son salvos, ahora tienen la vida eterna; tienen el Espíritu Santo y tienen la unción, como tú.

¿Sabías que el día más traumático de Satanás fue el día de Pentecostés?

Porque ese día, cuando el Espíritu Santo se derramó sobre la iglesia, el diablo se dio cuenta y dijo: "Uyuyuy, antes era solo Jesús y ahora son 120."

Y un rato después Pedro predicó y se convirtieron 3,000 más y ahora eran 3,120.

Ese día le dio un patatús al diablo. Quedó completamente traumatizado cuando vio gente completamente ungida como Jesús.

Y tu estás entre esa gente ungida.

Hay gente que le tiene miedo al diablo pero el diablo es quien te tiene miedo a ti; porque Cristo está en ti; y por eso tu estás ungido.

Para poder ministrar a otros, tú debes saber quien eres; y si sabes quien eres podrás ministrar a otros.

Durante is casi 30 años de cristiano he visto muchísimos cristianos derrotados, y esto sucede principalmente porque no saben quienes son en Cristo. No saben que están en Cristo, no saben que tienen la unción, no saben que tienen la autoridad. No saben que tienen el poder. ¡Algunos ni siquiera saben que tienen el Espíritu Santo!

Pero tú lo tienes.

Tu eres más que un vencedor (Romanos 8:37).

¿Que significa ser más que un vencedor? Sencillamente que alguien venció por tí y que tu estás disfrutando la victoria.

Un pastor se fue a almorzar con el evangelista que había invitado a su iglesia. Comieron una gran y abundante cena y llegó la hora de pagar la cuenta.

"Yo pago", dijo el evangelista; "No, yo pago", dijo el pastor; y así estuvieron un rato mientras los ánimos de ambos se iban caldeando.

Cuando estaban listos a golpearse. el mozo les dijo que vean la cuenta; y al verla descubrieron que estaba escrita en ella la palabra "cancelado".

Cuando preguntaron, ¿quién pago?, el mozo les señaló una mesa donde habían unos hermanos sonriéndoles.

Ellos habían disfrutado de la cena sin haber pagado nada.

Nuestra cuenta ya fue pagada, la victoria ya fue hecha, Jesucristo ya venció al diablo, y el diablo ya fue derrotado.

El diablo ya no tiene poder sobre ti, Cristo ya te dio la victoria.

Tú tienes la unción; la unción está en ti; tienes la capacidad porque Dios te la ha dado. Te la ha dado para hacer las cosas que antes no podías hacer pero que ahora si puedes.

Porque Cristo está en ti; porque no eres tú sino Cristo en ti, porque no es tu poder sino el poder de Dios en tí; es lo que está en ti, la unción que está en ti.

A veces cuando hay varios hermanos orando por una persona y alguien sana dicen: "Fue mi mano, fue mi mano lo que la sanó."

Una vez en una reunión después de orar por una persona un pastor veía su mano, como si hubiese sido su mano lo que provocó el milagro.

¡No! ¡No es tu mano! ¡Es lo que está detrás de tú mano!

No eres tú, es el que está contigo; es el que cuando tu actúas conforme a la Palabra, la respalda con señales y prodigios.

Por eso en Marcos 16:20 cuando dice: "Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían." Lo que en realidad dice en el griego es que él Señor trabajaba juntamente con ellos confirmando la Palabra con las señales que le seguían.

Cuando tú predicas el evangelio Jesús está trabajando juntamente contigo; por eso no debes ir confiado en tus propias habilidades sino confiado en Cristo que está contigo. Porque lo que tú no puedes hacer, Él si lo hace. Además, tú con Él son la mayoría absoluta, son el equipo ganador.

Cristo en tí, tu tienes la unción.

Entonces ya sabes quien eres, eres un ungido eres un cristiano.

Ahora que ya sabes que tienes la unción veamos lo siguiente que debes hacer para ayudar a otros a ser sanados.

lunes, 27 de enero de 2014

Sanidad Divina 4 - La Sanidad A Través de la Biblia

La Sanidad A Través de la Biblia


Hemos visto en Malaquías 3:6 y Santiago 1:17 que Dios no cambia. Es decir, si Dios hizo algo en el pasado, también lo hará hoy.
Por eso, la forma como Dios trató a la gente en el Antiguo Testamento, es la misma forma que lo hace en el Nuevo. 

Aun desde antes del Antiguo Pacto que Dios hizo con Israel podemos ver referencias de sanidad en la Biblia.

El caso más saltante es el de la sanidad de la esterilidad de Sara a los noventa años para dar a luz a Isaac.

Como dice en Hebreos 11:11: “Por la fe también la misma Sara,  siendo estéril,  recibió fuerza para concebir;  y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad,  porque creyó que era fiel quien lo había prometido.”
Isaac también oro por su esposa que era estéril y ella concibió: “Y oró Isaac a Jehová por su mujer,  que era estéril;  y lo aceptó Jehová,  y concibió Rebeca su mujer” (Génesis 25:21).

Veamos ahora la sanidad en el pacto que Dios hizo con Israel, que es conocido como la Ley o el Antiguo Pacto.

En Éxodo 15:26 dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, he hicieres lo que es recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna de las enfermedades que envié a los egipcios te enviare a ti; porque yo soy Jehová tu sanador."
Dios le estaba diciendo al pueblo de Israel que mientras ellos caminasen a la luz de su pacto, no habría ninguna enfermedad entre ellos.
Una traducción literal del hebreo en este pasaje es: “No permitiré ninguna de las enfermedades que permití en los egipcios.” Dios no envió las enfermedades sobre los egipcios, Él permitió que las enfermedades llegasen a ellos pues no estaban bajo su protección. Satanás fue quien los enfermó.
 Dios declara aquí que Él es el Sanador. La palabra hebrea que se usa es Jehová – Rapha, que significa: “Yo soy Jehová tu medico, soy el Dios que te sana.” Dicho de otro modo, nuestro medico es el Dr. Jehová.
En Éxodo 23:25-26 dice: “Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y el bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. No habrá mujer que aborte, ni estéril en tus tierras; y yo completaré el número de tus días.” 
El vuelve a reafirmarse como nuestro medico, y luego dice que el completará el número de nuestros días.
La pregunta es: Si Dios proveyó sanidad, ¿de que moriremos?
No tenemos que morir enfermos, en Génesis 25:8 dice: “Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años....” 

En Génesis 35:29 dice: “Y exhaló Isaac el espíritu, y murió, y fue recogido con su pueblo, viejo y lleno de días....” 

En Génesis 49:33 dice: “Y cuando acabó Jacob de dar mandamientos a sus hijos, encogió los pies en la cama y expiró....”

Abraham, Isaac y Jacob murieron sin enfermedad ni dolor, y llenos de días, solamente entregaron su espíritu.

Esa es la forma que Dios quiere que partamos al Cielo, sin enfermedad ni dolor, completando el número de nuestros días, habiendo cumplido el plan que Dios tiene para nosotros.

Cuando el Hermano Kenneth Hagin se fue al Cielo, el sencillamente terminó su desayuno, sonrió a su esposa y se fue, sin enfermedad ni dolor, simplemente entregó su espíritu.

Un hecho que debemos notar, es que mientras Israel caminó en el pacto que tenía con Dios, no se registra ninguna enfermedad. Tampoco hubo ningún bebé, o de algún joven que haya muerto prematuramente. Nadie murió antes de tiempo porque como establecía el pacto ellos completaron el número de sus días. 

En Deuteronomio 7:12-15 dice: “Y por haber oído estos decretos, y haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará y bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. Bendito serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón  ni hembra estéril, ni en tus ganados. Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto que tu conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos lo que te aborrecieren.”

Dios ama, bendice y multiplica a Su pueblo. Su voluntad era prosperarlos materialmente y bendecirlos en todo lo que emprendiesen.

Pero no solo los bendijo económicamente sino que no permitió que hubiera enfermedad en ellos mientras caminaron en Su pacto. Recuerde que el verso 15 dice: “Y quitará Jehová de ti toda enfermedad.”

El libro de Salmos esta lleno de versos de sanidad.

En el Salmo 103:3-5 dice: “El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”

Es evidente que la enfermedad vino por causa de la desobediencia de la ley pues: “El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias.” De ahí podemos concluir que el perdón por su desobediencia significaba la sanidad de sus cuerpos.

Posteriormente, Jesús puso esto en evidencia en Marcos 2:1-12: “Entró Jesús en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Entonces el se levantó enseguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.”

En este pasaje, Jesús coloca a la sanidad y al perdón de pecados en la misma mano. El perdón de pecados en el paralítico, representaba la sanidad en su cuerpo.

En el Salmo 105:37 dice: “Los sacó con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo.”

Siempre recuerdo la escena de la película “Los Diez Mandamientos”, cuando un jovencita esta empujando a un anciano ciego que le decía: “Yo no veré la tierra prometida, pero tú si”.
¡Nada más lejos de la verdad!

Cuando Dios sacó a su pueblo de Egipto, la Biblia dice que no había ningún enfermo. Todo el pueblo que salió de Egipto, estaba sano. 

Es interesante ver, que en ese momento, cuando todo el pueblo de Dios estaba saliendo de Egipto, y aun no habían tenido tiempo de quebrantar el pacto, todo el pueblo de Israel estaba sano.

En el Salmo 107:17-20 vemos que la enfermedad vino a ellos debido a su rebeldía contra la Palabra de Dios y su rechazo a su consejo.

“Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión y a causa de sus maldades; su alma abominó todo alimento, y llegaron hasta las puertas de la muerte. Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra y los sanó, y los libró de su ruina.”

La rebelión contra el pacto que tenían con Dios provocó la enfermedad en ellos, a tal grado que estaban a punto de morir.

Al clamar ellos a Dios, al dejar su rebelión y volver al pacto, Dios envió Su Palabra y los sanó.

¿Por qué sucedió esto?

Debido a que ellos se salieron, por decisión propia, de la protección del pacto que Dios tenía con ellos.

El pacto que Dios hizo con ellos era como un paraguas. Si en un día lluvioso estamos debajo de un paraguas, no nos mojaremos; pero si en plena lluvia nos salimos del paraguas, terminaremos empapados.

Es como salir cuando llueve sin paraguas, vamos a mojarnos.         

Así sucedió con Israel; cuando ellos se salieron del pacto por decisión propia, no pudieron ser protegidos del ataque del diablo, y se enfermaron. Pero, cuando ellos clamaron a Dios, y volvieron a su pacto, Dios envió Su Palabra y los sanó. 

Dios siempre nos sana a través de Su Palabra.

Todos estos versos que hemos visto tratan acerca de Israel; pero, eso no significa que Dios no haya provisto sanidad para nosotros en el Nuevo Pacto.

Si hacemos un estudio de Israel en la Biblia, veremos que ellos no eran hijos de Dios, eran siervos de Dios.

En Levíticos 25:55 dice: “Porque mis siervos son los hijos de Israel; son siervos míos, a los cuales saque de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.”  Y en Isaías 41:8 dice: “Pero tu, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.” 

Dios llama al pueblo de Israel: “Mis siervos.”

La traducción literal para siervo es esclavo.

Sin embargo en Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hilos de Dios.”

Dios llama a los creyentes: “Hijos.”

Si Dios quiere que sus esclavos estén sanos, ¿cuánto mas lo querrá para sus hijos?

En Hebreos 8:6 dice: “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejore promesas.”

Nosotros estamos en un mejor pacto que el pueblo de Israel; un pacto que está establecido sobre mejores promesas.

¿Qué significa que algo sea mejor que otro?

Por ejemplo, ¿qué es mejor, un billete de $10 ó un billete de $100?

Ciertamente un billete de $100. ¿Por qué? Porque un billete de $100  contiene al billete de $10; es decir, $100 pueden comprar todo lo que $10 y mucho más.

Esto ocurre del mismo modo con el Antiguo y el Nuevo Pacto. El Nuevo pacto incluye al Antiguo. Es decir el Nuevo Pacto posee todas las cosas que tiene el Antiguo Pacto y mucho más.

Si Dios proveyó sanidad para sus esclavos en el Antiguo Pacto; también la ha provisto para sus hijos en el Nuevo Pacto.

Volviendo al Salmo 107:20, dice que: “Envió su palabra y los sanó, y los libró de su ruina.” 

En Juan 1:1-3,14 vemos cual es “su palabra”: “En el principio era el Verbo (Logos), y el Verbo (Logos) era con Dios, y el Verbo (Logos) era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Y aquel Verbo (Logos) fue hecho carne, y habito entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” 

La palabra Verbo es Logos, que significa palabra.

Jesús es la palabra que Dios envió para sanar nuestras enfermedades y dolencias. Como vimos anteriormente, Jesús mismo tomó nuestras enfermedades y dolencias.

No es la voluntad de Dios que ningún creyente pase enfermedades en esta tierra, sino que completen el número de sus días.

En Santiago 5:14 se pregunta a la iglesia: “¿Está alguno enfermo entre vosotros?”  De esta pregunta vemos que no era común que hubiese enfermos entre los creyentes.

Esto es porque deberían conocer Mateo 8:17 donde dice: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.”  Y 1 Pedro 2:24 donde dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis curados.” 

Deberían conocer estos versos y caminar en salud divina.

En Santiago 5:14-15 Vemos lo que debería hacer la persona enferma: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubieren cometido pecados, le serán perdonados.”

Es decir, si se debe llamar a los ancianos de la iglesia es que Dios ha provisto sanidad para la iglesia. 

En una iglesia había un grupo de hermanas ancianas que se reunían todos los martes en el templo para orar. Un día en que solo estaban ellas en la iglesia; una señora llamó para decir que fuese alguien a orar por su esposo que estaba muriéndose.

Inmediatamente llamaron al pastor para decirle lo que pasaba, pero no había nadie contestó. Entonces una de ellas se levantó y dijo: “En Santiago 5:14 dice que si alguno esta enfermo que llame a los ancianos de la iglesia; así que, nosotras debemos ir pues somos las ancianas de la iglesia.” Las demás señoras convinieron con ella y decidieron ir a la casa de la señora que llamó.

Cuando llegaron, una de ellas le pidió aceite a la dueña de casa, y ella les trajo una botella de aceite de un litro que aun no había sido usada. Fueron donde el enfermo, le leyeron Santiago 5:14-15, lo rociaron completamente con el litro de aceite, e hicieron la oración de fe. ¿Saben que pasó? El enfermo se levantó inmediatamente de la cama completamente sanado.

En el Nuevo Pacto hay sanidad para la iglesia. 

Somos hijos de Dios y El proveyó sanidad para nosotros.

domingo, 26 de enero de 2014

Sanidad Divina 3 - Cinco Tradiciones

5 Tradiciones Que Se Levantan en Nuestro Camino a la Sanidad


Marcos 7:5
5 Le preguntaron,  pues,  los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos,  sino que comen pan con manos inmundas?
6 Respondiendo él,  les dijo: Hipócritas,  bien profetizó de vosotros Isaías,  como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.
7 Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
8 Porque dejando el mandamiento de Dios,  os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber;  y hacéis otras muchas cosas semejantes.
9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

Unos de los mayores obstáculos para recibir la sanidad vienen de las tradiciones de los hombres.

Estos obstáculos no solo vienen de la tradición, sino también de las supersticiones, y de la mala interpretación de las Escrituras.

Para poder quitar estos obstáculos que nos impiden recibir sanidad, veamos algunos de las más conocidas.


Primera Tradición
Dios Enferma a las Personas

Algunas personas dicen que el Antiguo Testamento declara que Dios envía enfermedades sobre la gente.

Los que dicen esto citan Éxodo 15:26 donde dice: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.”

Otros versos similares son Isaías 45:7 que dice: “Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad (otras versiones dicen “creo el mal” y otras “creo la desgracia”). Yo Jehová soy el que hago todo esto.” Y en Miqueas 1:12 dice: “Porque los moradores de Marot anhelaron ansiosamente el bien; pues de parte de Jehová el mal había descendido hasta la puerta de Jerusalén.”

Es obvio que estos pasajes de la Versión Reina Valera no nos dan el verdadero significado del manuscrito original en idioma hebreo. Sabemos que Dios no crea las tinieblas; y que el mal no viene del cielo. Dios solo permite el mal, no lo crea.

El mal no puede venir del cielo, porque ahí no hay mal. Dios permitió que venga, pero no lo creó. Tampoco creó la enfermedad. Solo permite que venga como resultado de la desobediencia del hombre.

Como decía John Alexander Dowie: "La enfermedad es el asqueroso engendro de su padre el diablo y su madre el pecado."

La clave para estas dificultades en el idioma consiste en el hecho de que el verbo activo en hebreo ha sido traducido en el sentido causativo cuando debería haber sido traducido en el sentido permisivo.

El Dr. Robert Young, en su Concordancia Analítica de la Biblia, quien fue un eminente erudito del idioma hebreo, señala este error en su libro Sugerencias y Ayudas para la Interpretación Bíblica. Dice que Éxodo 15:26 se traduce literalmente: “Ninguna enfermedad, que yo permití que sean traídas sobre los egipcios, permitiré que sean enviadas sobre ti, porque yo soy el Señor que te sana.”

Otros piensan que Dios enfermó a Job; deberían leer un poco su Biblia y darse cuenta que no fue así,  Dios no lo hizo, solo lo permitió, el diablo fue quien lo hizo.

Debemos tener en cuenta lo que dice en Hechos 10:38: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” Este importante verso demuestra que Jesús es el sanador, y Satanás el opresor.

No existe ningún caso en la Biblia en que Dios o Jesús hayan puesto enfermedad sobre alguien

Cuando Dios le mandó a Moisés que vaya a Egipto para sacar al pueblo de Israel de la esclavitud, le dijo que le pida al faraón que libere a Su pueblo. Dios no quería enviar plagas sobre el pueblo egipcio.

Pero cuando faraón endureció su corazón, Dios retiró su mano protectora y permitió que las plagas arrasaran la tierra de Egipto. Cuando fue permitida la plaga final, que era la muerte, el mensajero del infierno. La muerte salió y destruyó al primogénito de cada familia egipcia. Solo entonces el faraón se sintió obligado a ceder y dejar que se fueran los hijos de Israel.

¿De dónde vino la muerte? ¿Del cielo? ¿Hay muerte en el cielo? Por supuesto que la respuesta es no. La muerte nunca ha entrado ni entrará ahí. Jamás habrá muerte en el cielo.

¿Habrá venido la muerte de Dios? No, el no es el autor de la muerte, sino de la vida. Dios odia la muerte.

¿De donde viene, entonces, la muerte? De Satanás, quien tiene el imperio de la muerte. “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al Diablo” (Hebreos 2:14).

La ley del pecado y de la muerte es la ley del diablo. La ley de Dios es la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús. En Romanos 8:2 dice: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.”

Tenemos la promesa que cuando Jesús regrese este último enemigo será puesto bajo sus pies. Cristo vino para destruir “al que tenía el imperio de la muerte.” Satanás aún no está destruido, pero será puesto en el abismo por mil años luego del retorno de Jesús. Luego, en el fin de todas las cosas, será puesto en el lago de fuego y azufre (Apocalipsis 20:10).

La plaga de la muerte recién vino sobre Egipto cuando Dios retiró su mano protectora y la permitió. Sin embargo, su permiso no debe ser confundido con mandato. Dios les permite a las personas abrir cantinas y discotecas, pero no les manda que lo hagan. Permite que la gente mate y robe pero no les manda hacerlo. Hay una gran diferencia entre permiso y mandato.

Pedro declaró en Pentecostés que Cristo fue crucificado por hombres malvados: “A este... prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hechos 2:23). Esto fue la obra de Satanás por medio de sus hijos.

En Juan 8:44 Jesús dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.” Los fariseos fueron quienes enardecieron al sumo sacerdote y al concilio. Eran el diablo y sus hijos. Dios lo permitió, pero no fue su obra.

El hecho de que Dios permita la iniquidad no significa que la gente tenga que pecar, como tampoco que la gente se ponga en contra de Cristo. Muchos lo están crucificando nuevamente al rechazarlo. Sin embargo, Dios no les mandó que lo rechacen; solo les permite hacer su propia elección, porque el hombre tiene libre albedrío para aceptarle o rechazarle.


Segunda Tradición
Quizás No Sea la Voluntad de Dios Sanarme

Muchas personas que cuando oran por sanidad piensan que deben terminar con la frase: “Si es Tu voluntad.” 

Escuche un programa de cristiano de televisión en que una mujer oraba por su hijo enfermo: “Señor si es Tú voluntad sánalo y si es Tú voluntad llévalo contigo.” 

Cuando su hijo murió pensó que esa había sido la voluntad de Dios.

Ese tipo de oración es total falta de conocimiento de la voluntad de Dios, porque claramente está escrito en Su Palabra que Su voluntad es sanarnos.

Los pecadores no oran: “Señor, sálvame si es Tu voluntad.” Sería algo ridículo, pues la Palabra de Dios declara que el Señor esta: “... queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8).

También dice que “... el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Por eso, el pecador jamás debe orar: “Si es Tu voluntad.”

Esto es tan tonto como el que un hijo de Dios ore: “Señor, sáname si es tu voluntad.”

La Palabra de Dios nos dice claramente que Jesús ya pagó el precio de nuestra sanidad. Por ejemplo, en Mateo 8:17 dice: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.”

Cuando leemos este verso y entendemos completamente lo que realmente está diciendo, va a provocar una revolución en nuestras vidas, porque seremos capaces de enfatizar la palabra “nuestras.” Tal como Pablo decía "mirad con cuan grandes letras os escribo"; de ese mismo modo declararemos que Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias; y nosotros estamos incluidos en la palabra nuestras.

Podemos decir confiadamente que Él tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias. Esto lo traerá directamente a donde vivimos. Nunca más tendremos que llevar nuestras enfermedades. ¡Él las llevo para que nosotros podamos estar libres!

Ya no hay necesidad alguna de que ambos las llevemos. Si Jesús las llevó para que fuésemos libres, ¿Por qué debemos orar “si es tu voluntad”? ¡La Biblia declara cual es su voluntad!

A la mayoría de personas que no creen en la Sanidad Divina no les gusta este verso.

Una persona dijo que este verso significa que Cristo tomó las enfermedades de la gente que vivió en su tiempo, pero que no es para nosotros hoy.

Parece que se olvidó que Mateo escribió su evangelio después que Jesús murió. Si la sanidad solo era para los que vivieron cuando Jesús vivió en la tierra, Mateo hubiera escrito: “El mismo tomó SUS enfermedades y llevó SUS dolencias.” Pero Mateo no escribió eso. El Espíritu Santo, a través de Mateo, escribió: “El mismo TOMÓ nuestras enfermedades y LLEVÓ nuestras dolencias.”

Otra persona desarrolló la teoría de que este verso en vez de referirse al pasado, se refiere al futuro, que este verso se cumplirá en el Milenio. Pero esto no puede ser cierto, porque entonces no habrá necesidad de sanidad, ya que la maldición será quitada.

Pablo dijo que seríamos transformados en un instante, “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:52). Nuestros cuerpos no estarán llenos de enfermedad en el Milenio, así que no necesitaremos la provisión de la sanidad.

La promesa de la sanidad divina nos pertenece ahora, porque es en esta vida que estamos sujetos a la enfermedad. La promesa de que Él tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias nos pertenece hoy. Por eso no necesitamos orar: “si es Tu voluntad”; porque Su Palabra nos muestra claramente Su voluntad.

Pero alguien podría preguntar, sin citar el verso completo; “¿Queeeee? ¿Pero Cristo no enseñó a orar: 'Padre, hágase tu voluntad'?” Lo que no se da cuenta esta persona es que el usar esta porción de la Biblia es solo usar la mitad de la verdad. Y como alguien dijo: “¡Cuídense de las medias verdades! ¡Puede que reciban la mitad incorrecta!"

Y como dice la ley de la hermenéutica: "Un texto sin contexto no es más que un pretexto, pero jamás un punto doctrinal".

Lo que Cristo nos enseño a orar es: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Lo que Cristo nos estaba enseñando a orar es que la voluntad de Dios sea hecha aquí en la tierra así como es hecha en el cielo.

Y por ese motivo como no hay enfermedades ni dolencias en el cielo, entonces su voluntad es que tampoco haya enfermedades ni dolencias en la tierra. Si su voluntad se hace verdaderamente en la tierra como se hace en el cielo, no habrá enfermedades ni dolencias.

Un hombre dijo que el sabía que la voluntad de Dios era no sanarle de una dolencia física que tenía. Contaba que una mañana cuando se despertó, su cuarto se llenó de luz y una ser que tenía una túnica larga y blanca se le apareció. Aunque no vio su rostro, el hombre pensó que era Jesús. Esta persona le dijo: “No es mi voluntad sanarte.” Luego desapareció. El hombre aceptó como cierto que no era la voluntad de Dios sanarle.

No se dio cuenta de que era el diablo que lo estaba engañando.

Podemos estar tan seguros que la sanidad divina es la voluntad de Dios como lo estamos que salvar a los perdidos es Su voluntad. Nosotros lo sabemos porque conocemos Su Palabra; y Su Palabra es su voluntad.

La misma Biblia que dice en Juan 3:16 que "de tal manera amó Dios al mundo que dio a Hijo Unigenito para que todo aquel que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna" es la misma que dice en Mateo 8:17 que “Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.”

Es la misma que dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5).

Y es la misma Biblia que dice: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8). El nunca cambia. El sigue sanando porque Su Palabra sigue vigente hoy.


Tercera Tradición
Pablo Tenía Un Aguijón en la Carne

Esta es una favorita de la gente religiosa.

2 Corintios 12:7-10
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

El pensamiento que Pablo tenía una enfermedad que Dios no quiso sanar es sostenido ampliamente. Esta enseñanza ha guiado a que muchos crean que la voluntad de Dios debe ser que muchos de sus hijos estén enfermos. Esto ha tenido a muchos atados cuando deberían estar libres.

Una creencia común es que Pablo sufría una dolencia en los ojos que lo tenía casi ciego. La Biblia declara que el Señor Jesús se le apareció en visión a Ananías y lo envió a imponerle las manos a Saulo para que reciba la vista (Hechos 9:12-17). El siguiente verso dice que Dios lo sanó. El concluir que Pablo tenía un problema en los ojos debido a su breve ceguera sería rebajar la obra de Dios.

Cuando Pablo, camino a Roma, estuvo en la isla de Malta, le predicó a la gente y les hablo de la obra redentora de Dios. Si sus ojos hubieran estado llenos de pus, como dicen algunos, ¿hubieran creído estas personas en Dios por su sanidad? Mas la Biblia dice que Pablo impuso sus manos sobre ellos y fueron sanados.

Es verdad que Dios permitió que Pablo tuviese ese “aguijón de la carne,” pero no fue obra de Dios. La Biblia dice que “fue permitido un mensajero de Satanás para abofetearle.” Por otro lado, la Biblia no dice que este aguijón de la carne fuese una enfermedad.

Note como se usa esta expresión “aguijón de la carne” en otros lugares de la Biblia. Antes que los hijos de Israel fuesen a la tierra de Canaán, Dios les dijo que destruyesen a los habitantes de esa nación, los cananitas, porque si no lo hacían, les darían problemas a los hijos de Israel, serían un aguijón en su costado. No se habla de enfermedad (Números 33:55).

El aguijón de Pablo tampoco fue una enfermedad; fue un mensajero de Satanás enviado para abofetearlo. En cada lugar donde iba Pablo, el diablo levantaba antagonismo contra Pablo.

Pablo escribió las muchas veces que fue apedreado, azotado y dejado por muerto. Escribió las veces que fue puesto en la cárcel y que incluso luchó con fieras. A pesar de ello, en todos sus escritos donde habla acerca de persecuciones y tribulaciones nunca incluye enfermedades. En ningún lugar de la Biblia encontramos que en algún momento de su ministerio Pablo estuviese incapacitado por enfermedad.

¿Por qué permitió Dios que este aguijón en la carne abofetee a Pablo? La Biblia dice que fue para que Pablo no desarrolle orgullo debido a las visiones y revelaciones que había tenido.

Por eso, antes que escuches a alguien declarar que tiene un aguijón en la carne, sería bueno que le preguntes cuantas visiones y revelaciones ha tenido. Muchos de los que piensan que tienen un aguijón en la carne no han tenido ningún tipo de revelación o visión. En su ignorancia y duda lo único que hacen es permitirle a Satanás que los derrote y los mantenga lejos de las bendiciones de Dios.

Sin embargo, hay algunos que tienen un aguijón en la carne en algunas de las formas que tuvo Pablo, porque el diablo esta siempre para levantarle problemas y obstaculizar la obra que están haciendo para Dios. Pero noten que Dios dijo: “Bástate mi gracia.” La gracia de Dios nos da poder para levantarnos por encima de las bofetadas del diablo.


Cuarta Tradición
Estoy Sufriendo Para La Gloria De Dios

Los que apoyan esta creencia usan, por lo general, el capítulo nueve de Juan, donde se encuentra la historia del ciego que Jesús envió al estanque de Siloé.
Sus discípulos le preguntaron si había pecado él o sus padres, provocándole la ceguera. Jesús les dijo: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.”

Algunos concluyen con este verso que el hombre nació ciego para que Dios obtenga la gloria con ello.
Sin embargo, Jesús continuo diciendo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entretanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.” Las obras de Dios no se manifestaron en el ciego hasta que Cristo hizo aquello para lo cual fue enviado; cuando sanó la ceguera del hombre.
¿Qué podemos decir de Lázaro? ¿No dice la Biblia que estaba enfermo para la gloria de Dios? Al leer la historia en el capítulo 11 del evangelio de Juan, vemos que Jesús estaba con sus discípulos cuando le llegaron noticias que Lázaro estaba enfermo.
En lugar de correr al lado de su amigo, Jesús se tardó a propósito. Le dijo a sus discípulos: “Esta enfermedad no es para muerte,  sino para la gloria de Dios,  para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella” (verso 4).
Cuando Jesús llegó a Betania con sus discípulos, hacía 4 días que Lázaro estaba muerto. Marta corrió a Jesús y le dijo que si hubiese estado ahí, su hermano no hubiera muerto. Jesús le dijo que era la resurrección y la vida:

Juan 11:24-26
24  Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección,  en el día postrero.
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida;  el que cree en mí,  aunque esté muerto, vivirá.
26  Y todo aquel que vive y cree en mí,  no morirá eternamente.  ¿Crees esto?

Poco después, Marta se quejó de la orden de mover la piedra de la tumba que dio Jesús; ella sabía que el cuerpo estaba descompuesto y apestando después de 4 días. Por lo que Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (Verso 40).
Marta no había visto aún la gloria de Dios. No veía la gloria de Dios en su hermano porque aún no se había manifestado. La gloria de Dios se manifestó en la resurrección y sanidad de Lázaro. No solo fue resucitado, sino que también fue sanado de la enfermedad que le causo la muerte.
Dios es glorificado por la sanidad y la liberación, no por la enfermedad y el sufrimiento.


Quinta Tradición
La Enfermedad es la Disciplina de Dios

Es verdad que la Biblia dice: “Porque el Señor al que ama disciplina...” (Hebreos 12:6). Sin embargo no dice: “El Señor enferma al que ama.”
Es un error tomar una pequeña porción de la Biblia y tratar de probar algo. 

No hay referencia a la enfermedad en este texto. La palabra disciplina no implica enfermedad o dolencia en el texto original griego.
Para conocer el completo significado de esta palabra veamos los escritos del reconocido erudito del idioma griego, el Dr. Robert Young y a W. E. Vine, autor del libro “Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento” (An Expository Dictionary of New Testament Words). 
En ellos aprendemos que la palabra disciplina significa entrenar a un niño, educar o enseñar. Así como los bebés necesitan ser enseñados y corregidos para poder crecer como niños saludables y adultos, así también los bebés cristianos necesitan ser enseñados y corregidos para crecer y llegar a ser cristianos espiritualmente saludables. Esta palabra en el griego original significa que necesitan ser disciplinados y gobernados.
Muchos de los problemas de hoy se originan en la falta de disciplina y entrenamiento religioso en el hogar. Los niños deben ser disciplinados, corregidos y entrenados en amor.
En Mateo 7:9-11 dice: “¿Qué hombre hay de vosotros,  que si su hijo le pide pan,  le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado,  le dará una serpiente? Pues si vosotros,  siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
Dios nos entrena y disciplina con mano amorosa, “porque el Señor al que ama disciplina.”