lunes, 23 de noviembre de 2020

Escuela de Sanidad Divina - Lección 9


 Lección 9

Otros Métodos para Recibir Sanidad en el Nuevo Testamento Segunda Parte

 


Haciendo la Oración de Acuerdo

Basados en Mateo 18:19­-20

 


Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que esta en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 

Mateo 18:19­-20


La Versión Amplificada lo traduce así: “Otra vez les digo, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo (armonizan, hacen juntos una sinfonía) en la tierra acerca de alguna (cualquiera y toda) cosa que pidan, ocurrirá y será hecha por mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres se reúnen (unidos como mis seguidores) en mi nombre, allí estaré yo en medio de ellos.

Por lo general mucha gente usa el verso 20 fuera de contexto y solo lo aplica para los servicios de la iglesia. Pero en realidad esto no es así, sino que los versos 19 y 20 van juntos. 

Lo que el verso 20 quiere decir es: “Cuando dos personas están de acuerdo en oración, ahí está Jesús para respaldar lo que pidan.” Esta oración es exitosa porque Jesús es el que la respalda. 

Para entender mejor este tipo de oración desmenucemos este pasaje. Lo primero que se necesita es dos personas de acuerdo. 

Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra. 

La palabra griega para pusieren de acuerdo es sumphoneo; que significa según W. E. Vine: “estar en acuerdo, principalmente en instrumentos musicales, se usa en el Nuevo Testamento para el acuerdo de personas respecto a una materia”.

De esta palabra es que viene sinfonía. Por eso la versión amplificada dice: “armonizan, hacen juntos una sinfonía.” 

En nuestra iglesia local “La Palabra de Fe” (hoy La Comunidad Carismática de Lima) en Lima, Perú; participaba en el ministerio de música, ella cantando y yo tocando guitarra acústica. 

En el grupo había varios instrumentos; guitarra acústica y eléctrica, bajo, sintetizadores, batería, bongo y trompeta, además de los cantantes. 

Todos los viernes nos reuníamos para practicar las canciones que íbamos a cantar el domingo y aprender nuevas canciones para servicios futuros. A veces pasábamos más de una hora por canción, y a veces durante varias semanas, para poder tocar en armonía; pues, si no tocábamos juntos iba a salir mal la música del servicio. 

Para el domingo estábamos listos para hacer una sinfonía, para que todo instrumento y voz se acoplen, y podíamos ser de bendición para la gente. 

Si alguien no estaba preparado, y tocaba en otra nota o fuera de ritmo, iba ha causar confusión en el grupo, por eso el que no iba al ensayo, no tocaba o cantaba. 

Para que hubiera sinfonía, todo el grupo debía estar acoplado y unido. Lo mismo sucede con la oración. 

Cuando fui pastor en Talara, ciudad petrolera al norte del Perú, muchas personas venían para pedir que oré de acuerdo con ellos; por lo general, les preguntaba si ellos creían que iban a recibir lo que pedíamos, si ellos me decían que si, yo oraba con ellos y recibían; pero, si me decían: “pastor, eso espero,” yo les decía que no iba a ora por ellos, porque ellos estaban esperando, mientras que yo estaba creyendo. Si por casualidad hacíamos la oración, nunca recibían de Dios. 

Lo segundo que debemos ver es que nuestra oración debe tener una meta: acerca de cualquiera cosa que pidieren. 

Debemos entender que para Dios no hay límites. 

En Marcos 10:27, Jesús les dijo a sus discípulos: “Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.” En Mateo 1:37 el ángel Gabriel le dijo a María: “Porque nada hay imposible para Dios.” 

Dios no tiene límites, somos nosotros los que limitamos a Dios. Para Dios no hay imposibles, todo lo que le pedimos, nos lo dará. 

Tú también debes hacer algo para recibir de Dios. 

En Marcos 9:23 Jesús le dijo al padre del endemoniado: “Jesús le dijo: Si puedes, al que cree todo le es posible.” 

No importa que enfermedad tengas, para Dios no hay imposibles, puede que tengas cáncer, sida, diabetes, o lo que sea, para Dios no hay imposibles. 

No le coloques un límite a Dios, el solo quiere que le pidas. 

No seas de aquellos que dicen: “La sanidad no es para mí, yo soy uno de aquellos que Dios no va a sanar.” 

Recuerda que no hay imposibles para Dios; al decir eso, le estás diciendo a Dios que El no puede sanarte. El diablo es “el enfermador,” al decir que Dios no puede quitarte una enfermedad que el diablo te ha puesto, estas diciendo que el diablo es mayor que Dios. ¿Estas dispuesto a creer eso? 

No le pongas un límite a Dios, él tiene el poder para darte todo lo que le pidas, él sanará tu enfermedad. 

Lo tercero es que Dios responderá tu oración. 

Como dice al final del verso: “Les será hecho por mi Padre que esta en los cielos.” Esto significa que Dios te lo dará. 

En 1 Juan 5:14­15 dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que le pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” 

Dios siempre responde tu oración y te da lo que le pides cuando oras de acuerdo a su voluntad; y la sanidad divina es parte de su voluntad. 

Por eso, Dios te dará todo lo que le pidas cuando estés de acuerdo con otra persona. 

Lo cuarto que debes hacer es orar en el nombre de Jesús. 

Como dice el verso 20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” 

De ahí vemos que la oración de acuerdo debe ser hecha en el nombre de Jesús. 

¿Y que pasa cuando oramos en el nombre de Jesús? En Juan 16:23­24 dice que recibiremos todo lo que le pidamos. 

Por eso, puedes hacer la oración de acuerdo con otra persona para recibir tu sanidad. 

 

Sabiendo que la Sanidad te Pertenece

 

El mejor método de recibir sanidad es conocer que la sanidad te pertenece. Colocar en tu corazón Isaías 53:4-­5, Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:24; donde dice que Jesús tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias. 

No estoy hablando de conocer estos versos de una manera mental. Eso te serviría tanto como decir “dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis.” 

En Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.” 

La fe viene cuando nosotros estamos colocando la Palabra de Dios en nuestro interior, una y otra vez hasta ser revelada en nuestro espíritu. 

Continuar colocándola hasta que forme parte de nosotros. 

En 1987 estaba jugando fútbol con varios hermanos de la iglesia; yo jugaba de defensa, y en un momento que un delantero venia rápidamente, yo coloque mi pierna para quitarle el balón. Como la venia muy rápido, al golpear nuestras piernas me fracture la rodilla. 

Estuve estudiando y proclamando la Palabra, respecto a mi sanidad, durante tres días, pero nada sucedió sino empeore. Así que fui al doctor. 

La rodilla había duplicado su tamaño, así que el doctor me puso un yeso en la pierna. Me dijo que debía usarlo por dos semanas, y luego usar una venda elástica por tiempo indefinido; me advirtió, además, que no le echase agua al yeso. 

Estuve tres días en mi casa depositando la Palabra de Dios en mi interior, hasta que la fe se formó en mi; en ese momento tuve la fe para sanidad, supe que la sanidad estaba a mi disposición. 

Esa noche fui a un servicio; y mientras escuchaba la enseñanza, el Espíritu Santo me dijo: “Si dices que estas san, ¿qué haces con un yeso?” 

Así que la mañana siguiente, me metí en la ducha y luche con el yeso durante una hora para poder sacármelo. Cuando logró salir, me di cuenta que mi rodilla estaba completamente sana; todavía continúa así hasta hoy. 

En Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditaras en él, para que guardes y hagas conforme a lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” 

Eso fue lo que me pasó, continué meditando la Palabra de día y de noche respecto a mi sanidad, hasta que finalmente llegó la fe para ser sanado, y recibí mi sanidad. 

Eso es lo que debes hacer, medita en los versos que te ofrecen tu sanidad una y otra vez, hasta que la fe se produzca en tu corazón, y puedas recibir lo que Dios ya te dio. 




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