jueves, 26 de noviembre de 2020

Escuela de Sanidad Divina - Lección 11


Lección 11
Porque Algunos No Llegan a Recibir su Sanidad

Aunque Dios  ha provisto sanidad divina para todos, sin embargo no todos la reciben.

Incluso en el ministerio de Jesús, no todas las personas recibieron su sanidad.

En Marcos 6:1-­6 nos da una clave de porque sucede esto: “Salió Jesús de allí y vino  a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo,  comenzó  a  enseñar  en  la  sinagoga;  y  muchos,  oyéndole,  se admiraban, y decían: ¿De donde tiene este estas cosas? ¿Y que sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus  manos son hechos? ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas  y  de  Simón?  ¿No  están  con  nosotros  sus  hermanas?  Y  se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus  parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.”

En  este  pasaje vemos  que Jesús  no  pudo  hacer  ningún  milagro  en Nazaret.  Notemos que no dice que no quiso, sino dice que no pudo. La incredulidad de la gente impidió que Jesús pudiese hacer milagros.

Otra cosa para notar es que en griego la palabra que se usa para pocos enfermos, significa débiles o con enfermedades menores.

Jesús solo pudo sanar enfermedades menores, cosas como dolores de cabeza, resfriados o similares, debido a la incredulidad de la gente.

Lo mismo sucede hoy, la gente no recibe las bendiciones de Dios debido a su incredulidad.

En 1991 estaba predicando en el balneario de Ancón, al norte de Lima. A la hora de ministrar sanidad, me acerque a dos señores, pues, el Señor me dijo que ambas corrieran alrededor de la plaza donde era la campaña.

Me acerque a la primera y le pregunte que tenia; ella me dijo que artritis. Yo le dije que el Señor me había dicho que ella diese una vuelta alrededor de la plaza.  Ella  se  fue  corriendo,  y  mientras  daba  la  vuelta,  fue  sanada completamente. Regresó a su asiento sana y sin dolor.

Luego me acerque a la segunda; me dijo que tenía un problema en el corazón. Le dije lo que Dios me había dicho, pero ella me miró y se empezó a sonreír; le volví a repetir, pero ella no quiso. Al final regreso a su asiento enferma. Su incredulidad impidió que Dios pudiera sanarla.

La  incredulidad  es  conocer  la  voluntad  de  Dios  pero  negarse  a obedecerla y actuar en ella.

En Hebreos 3:19 vemos que ese fue el motivo por el cual el pueblo de Israel que salió de Egipto no pudo entrar a la tierra prometida: “Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.

Para  que  la  persona  pueda  recibir  su  sanidad,  debe  pasar  de  la incredulidad al actuar en la Palabra.

Otro motivo por el cual la gente no es sanada es por la ignorancia En
Oseas 4:6 dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. . . .”

Mucha gente no recibe la sanidad divina porque no sabe que Dios la ofrece en Su Palabra.

Un hermano me contó hace años que cuando empezó a orar por los enfermos no tenía ningún resultado; incluso se le murieron algunos. Como se sentía desalentado, le pregunto al Señor porque la gente no sanaba, sino todo lo contrario. Dios le dijo que eso sucedía por que el no se tomaba tiempo en explicarles lo que la Biblia decía de la sanidad divina, sino que solamente oraba por la sanidad.

El decidió obedecer al Señor, la siguiente persona por la que fue a orar; le explicó primero lo que la Biblia dice acerca de la sanidad; y luego, cuando la fe se levantó en el hombre, le impuso las manos y el enfermo fue sanado.

Desde ese momento tuvo un cambio en su ministerio, empezó a ver la gente sanada. Hoy día es pastor de una iglesia en Lima.

Esto ocurre por lo que dice en Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.” O, como dice un hermano, la fe viene cuando la voluntad de Dios es conocida.

Cuando tu cambias la ignorancia por el conocimiento, puedes recibir las cosas que Dios tiene para ti.

Esto  fue  lo  que  ocurrió  en  Hechos  14:7­-10:  “Y  allí  predicaban  el evangelio. Y  cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en el sus ojos, y viendo que tenia fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó, y anduvo".

Cuando este hombre supo la voluntad de Dios respecto a su enfermedad; cuando conoció el evangelio, y escuchó acerca de Jesucristo el sanador; entonces la fe se levantó en el y pudo recibir su sanidad.

En Juan 8:31­-32 dice: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en el: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

Al permanecer en la Palabra de Dios; al tomar tiempo para depositarla en nuestro interior; nos volvemos en verdaderos discípulos de Jesús.

Un discípulo es alguien que es enseñado por otro; una persona que recibe, guarda y hace las enseñanzas de su maestro. Si  estamos  depositando  las  enseñanzas  de  la  Palabra  de  Dios  en nuestros corazones, conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres.

Conoceremos lo que Dios piensa de las enfermedades; conoceremos la actitud que tiene respecto a ellas; y, estaremos listos para recibir la sanidad que Dios ha provisto para nosotros.

La cura para la ignorancia es el conocimiento de la Palabra de Dios. Otro motivo para no recibir sanidad es el no querer ser sanado.

Hace años cuando predicaba en los hospitales, a una joven del grupo, le tocó ministrar a una señora; al orar por ella la mujer empezó a mejorar. Yo fui con ella la siguiente vez, y mientras compartíamos la Palabra, ella decía que prefería morir. Nos dijo que estaba bien la sanidad, pero ella prefería morir; pues, su esposo había fallecido y ella se sentía sola.

Aunque la guiamos a que recibiera a Jesús, nada pudimos hacer por ella; a las pocas semanas partió con el Señor.

No podemos ir en contra de la voluntad de la voluntad de alguien; Dios nos ha dado libertad de elección.

Desde la creación Dios le dio poder de decisión al hombre. En Génesis 2:15­-17 dice: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de el comieres, ciertamente morirás.”

El hombre tenía la decisión de vivir o morir; Dios no iba tomar la decisión por él. Dios nos respeta, no toma decisiones por nosotros.

En Deuteronomio 30:19 dice: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra  vosotros, que os he puesto delante de la vida y la muerte, la bendición y  la  maldición;  escoge, pues, la  vida  para  que vivas  tu y  tu descendencia.”

El deseo de Dios es que nosotros escojamos la vida; pero El no hará nada en contra de lo que decidamos.

En Marcos 15:16 dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Aun  en  la  salvación,  Dios  le  da  al  hombre  la  decisión  de  salvarse. Nosotros somos los que decidimos.

La sanidad divina no es una excepción de esto; Dios no pasará por encima de tu voluntad. Si quieres ser sano lo serás; pero si no quieres, Dios respetara tu voluntad y no hará nada al respecto.

En 1987 en servicio de mitad de semana de la Iglesia La Palabra de Fe, llevaron a una mujer ciega que mendigaba en las calles.

Cuando llamaron a la gente que deseaba ser sanada, ella paso adelante. Cuando oraron por ella, al instante fue sanada. Por primera vez en su vida pudo ver; pudo  distinguir los colores, ver los rostros alegres de la gente al verla sana.

Pero,  también  vio  otra  cosa,  miro  la  lata  donde  recibía  limosnas; posiblemente pensó que iba ha hacer ahora, de que iba a vivir. Luego volvió a mirar a la gente; y de  nuevo volvió a mirar su lata. Entonces tomó una decisión, no quiso su sanidad, ella salió del servicio ciega.

Ella tomó una decisión basada en el dinero; no se dio cuenta que el Dios que la había sana era rico para prosperarla; y perdió su sanidad.

Dios es un caballero; el respetará tus decisiones, elige la vida, elige ser sanado.

Hay otros motivos que la gente no llega a recibir su sanidad como la falta de perdón o  el seguir las tradiciones de hombres, pero eso lo veremos en otro estudio.

 


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