martes, 11 de febrero de 2014

Sanidad Divina 16 - Porque Algunos No Llegan a Recibir su Sanidad

Porque Algunos No Llegan a Recibir su Sanidad

Aunque Dios ha provisto sanidad divina para todos, sin embargo no todos la reciben.

Incluso en el ministerio de Jesús, no todas las personas recibieron su sanidad.

En Marcos 6:1-6 nos da una clave de porque sucede esto: “Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De donde tiene este estas cosas? ¿Y que sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.”

En este pasaje vemos que Jesús no pudo hacer ningún milagro en Nazaret. Notemos que no dice que no quiso, sino dice que no pudo. La incredulidad de la gente impidió que Jesús pudiese hacer milagros.

Otra cosa para notar es que en griego la palabra que se usa para pocos enfermos, significa débiles o con enfermedades menores.

Jesús solo pudo sanar enfermedades menores, cosas como dolores de cabeza, resfriados o similares, debido a la incredulidad de la gente.

Lo mismo sucede hoy, la gente no recibe las bendiciones de Dios debido a su incredulidad.

Cuando hablo de esto lo hago con todo respeto, la incredulidad es sencillamente no creer o no dejarse convencer.

Uno puede creer en la salvación, puede creer que Dios lo ama, puede creer que Dios responde las oraciones u otras cosas de la Biblia, pero hay temas que sencillamente no puede llegar a creer, y muchas veces es por su formación cristiana.

Estaba ministrando en una iglesia en Viña del Mar en Chile. Como hubieron varios milagros y sanidades durante la semana, el pastor invitó a una iglesia amiga donde no creían que la sanidad divina era de Dios sino del diablo.

A la hora de ministrar sanidad pasó una hermana que tenía displasia, una pierna más corta que la otra. Cuando pasó adelante para sanidad la gente vio como la pierna empezó a crecer e igualarse con la otra, pero llegaba a ese punto y luego retrocedía. Se podía sentir en el ambiente como el pastor invitado y su iglesia decían: "Eso no es de Dios, eso no es de Dios." Y la mujer a pesar de ver como su pierna crecía también empezó a entrar en incredulidad. Después que la pierna creció y retrocedió unas 5 o 6 veces supe que no iba a recibir su sanidad. La incredulidad era demasiado fuerte.

No digo que hayan sido malas personas, posiblemente eran excelentes cristianos, pero su enseñanza les había traído incredulidad respecto a la sanidad divina y eso llevó a que la mujer no recibiera su sanidad.

La incredulidad es conocer la voluntad de Dios pero negarse a obedecerla y actuar en ella.

En Hebreos 3:19 vemos que ese fue el motivo por el cual el pueblo de Israel que salió de Egipto no pudo entrar a la tierra prometida: “Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.”

Para que la persona pueda recibir su sanidad, debe pasar de la incredulidad al actuar en la Palabra.

Otro motivo por el cual la gente no es sanada es por la ignorancia En Oseas 4:6 dice: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. . . .”

Mucha gente no recibe la sanidad divina porque no sabe que Dios la ofrece en Su Palabra.

Un hermano me contó hace años que cuando empezó a orar por los enfermos no tenía ningún resultado; incluso se le murieron algunos.

Como se sentía desalentado, le pregunto al Señor porque la gente no sanaba, sino todo lo contrario. Dios le dijo que eso sucedía por que el no se tomaba tiempo en explicarles lo que la Biblia decía de la sanidad divina, sino que solamente oraba por la sanidad.

El decidió obedecer al Señor, la siguiente persona por la que fue a orar; le explicó primero lo que la Biblia dice acerca de la sanidad; y luego, cuando la fe se levantó en el hombre, le impuso las manos y el enfermo fue sanado.

Desde ese momento tuvo un cambio en su ministerio, empezó a ver la gente sanada. Hoy día es pastor de una iglesia en Lima.

Esto ocurre por lo que dice en Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.” O, como dice un hermano, la fe viene cuando la voluntad de Dios es conocida.

Cuando tu cambias la ignorancia por el conocimiento, puedes recibir las cosas que Dios tiene para ti.

Esto fue lo que ocurrió en Hechos 14:7-10: “Y allí predicaban el evangelio. Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en el sus ojos, y viendo que tenia fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó, y anduvo."

Cuando este hombre supo la voluntad de Dios respecto a su enfermedad; cuando conoció el evangelio, y escuchó acerca de Jesucristo el sanador; entonces la fe se levantó en el y pudo recibir su sanidad.

En Juan 8:31-32 dice: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en el: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”

Al permanecer en la Palabra de Dios; al tomar tiempo para depositarla en nuestro interior; nos volvemos en verdaderos discípulos de Jesús.

Un discípulo es alguien que es enseñado por otro; una persona que recibe, guarda y hace las enseñanzas de su maestro.

Si estamos depositando las enseñanzas de la Palabra de Dios en nuestros corazones, conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres.

Conoceremos lo que Dios piensa de las enfermedades; conoceremos la actitud que tiene respecto a ellas; y, estaremos listos para recibir la sanidad que Dios ha provisto para nosotros.

La cura para la ignorancia es el conocimiento de la Palabra de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario