El Nombre de Jesús y los Demonios
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios. . .
- Marcos 16:17
En este capítulo veremos la autoridad que tenemos sobre los demonios en el Nombre de Jesús.
Un problema que tiene la gente es que ha sobredimensionado a Satanás y los demonios, les dan más autoridad que la que en realidad tienen; pero como vimos antes ya han sido despojados, desarmados y se les ha quitado todo poder; Jesús ya los venció y nos dio la autoridad sobre ellos.
¿Como debemos entonces enfrentarnos a ellos?
Lo primero que debemos saber es que las señales acompañan a los que creen.
El término creer es pisteuo y según Vine significa: Creer, ser persuadido de, y por ello fiarse de, confiar. Significa, en este sentido de la palabra, apoyarse en, no una mera creencia.
Debemos apoyarnos en la declaración de Jesús: “En mi nombre echaran fuera demonios.”
Debemos estar persuadidos, convencidos y confiados que lo que Jesús dijo es la verdad y que va ha suceder lo que ha dicho.
Eso es fe, y la fe viene por el oír y el oír la Palabra de Dios; lo que nos dice que debemos depositar la Palabra de Dios continuamente en nosotros en cuanto al área de la autoridad que tenemos en el Nombre de Jesús para llegar a esa convicción.
Lo segundo que debemos hacer es conocer el valor del nombre de Jesús.
La autoridad que tenemos la desatamos mediante el uso del nombre de Jesús.
Juan 14:13-14
13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
En este pasaje dice que debemos pedir en el nombre de Jesús. ¿A quien debemos pedirle?
Como hemos visto anteriormente, podemos escribir este pasaje de este modo: “Todo lo que demandes, o exijas, en mi nombre, yo lo haré”; ya que la frase “al Padre” no se encuentra en los originales.
Para los discípulos esto quedo bien claro; pues en Hechos 3:1-8 podemos ver como usaron el Nombre de Jesús:
Hechos 3:1-8
1 Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.
2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.
4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos.
5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.
7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;
8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
Pedro y Juan sabían muy bien lo que tenían; sabía que podían usar su autoridad en el nombre de Jesús para traer una sanidad.
Nosotros como cuerpo de Cristo tenemos la autoridad y el derecho de usar el nombre de Jesús pero no la gente de mundo.
Hechos 19:13-16
13 Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo.
14 Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto.
15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?
16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
Es interesante ver que tanto los hijos de Esceva como el demonio, ellos conocían quien era Jesús.
Los hijos de Esceva sabían que había autoridad en el nombre pero ellos no tenían derecho a usarle porque no eran parte del cuerpo de Cristo.
Lo tercero es que debemos hacer algo con esa autoridad.
Hechos 16:16-18
16 Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando.
17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.
18 Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.
El verso 17 en la Biblia de Jerusalén nos dice lo que realmente decía la mujer: “Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: ‘Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.’”
Pablo no estaba predicando “un” camino de salvación, el predicaba el único camino de salvación.
Pablo hizo algo al respecto, él hecho fuera el espíritu de adivinación en el nombre de Jesús.
Nosotros hemos recibido la autoridad ahora debemos usarla.
Esto nos da más luz acerca de lo que debemos hacer para usar nuestra autoridad.
Santiago 4:7
7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
El término someteos es jupotasso que es principalmente un término militar, ordenar abajo (jupo, debajo; tasso, ordenar). Denota: ponerse en sujeción, sujetarse.
Al someternos estamos poniéndonos bajo las ordenes de Dios; nos sometemos a Su Palabra; es decir, la aceptamos como una realidad en nuestras vidas.
Si Él ha dicho que tenemos autoridad, lo aceptamos como un hecho; si Él ha dicho que somos sanos por la llagas de Jesús, lo somos, lo aceptamos como un hecho; si Él dice que somos prósperos, lo somos.
Lo primero que hacemos es aceptar su Palabra como un hecho real para nosotros.
Lo segundo es resistir al diablo.
¿Cómo lo hacemos? Usando la Palabra de Dios y el nombre de Jesús.
Lo tercero es que el diablo huirá de nosotros.
El huirá, escapará de nosotros, como una mosca al ver un matamoscas.
Vayamos ahora a Primera de Pedro
1 Pedro 5:6-9
6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
Vemos aquí el mismo principio de Santiago, humillarnos ante la poderosa mano de Dios, someternos a Él y Su Palabra.
Si Dios ha dicho algo es así; debemos creerle, no dependiendo de nuestras propias fuerzas sino de las del Señor.
Debemos ser sobrios y velar; es decir mantenernos firmes en la Palabra; no ir a derecha ni ha izquierda.
Y debemos resistirlo con la Palabra de Dios y el nombre de Jesús.
Ricardo Botto
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