Los Libros Apócrifos del Nuevo Testamento
Son libros que, aunque pretenden dar información acerca de Cristo y los apóstoles, o estar escritas por estos, se excluyeron del canon del Nuevo Testamento.
En la iglesia temprana el término apócrifo significó primero escrituras apocalípticas y difíciles de entender; para luego tomar su significado real, escrituras espúreas, heréticas o falsificadas.
Estos libros se escribían y usaban para ser usadas por algunas sectas para revelas sus enseñanzas ocultas y secretas a sus nuevos adeptos.
Estos libros no deben confundirse con los escritos de los llamados Padres Apostólicos.
Evangelios Apócrifos
Algunos autores de los siglos II a IV, queriendo explicar lo que ellos consideraban “lagunas” en los cuatro evangelios por las lagunas en las narraciones canónicas, las rellenaron con episodios legendarios; son evidentemente heréticos.
El Evangelio de los Hebreos procede de Siria, de judeocristianos que conocían nuestro Mateo canónico.
Más heterodoxo todavía es el Evangelio de los Egipcios, que incluye un diálogo entre Cristo y Salomé sobre el repudio de toda relación sexual.
Entre los papiros se han hallado varios fragmentos, como el Evangelio de Tomás que data del año 100.
Se han descubierto documentos que subrayan la pasión (Evangelio de Pedro y el de Nicodemo) y exageran lo milagroso.
Otros describen la infancia de Jesús (Protoevangelio de Santiago) y multiplican trivialmente los prodigios hechos por Jesús.
Además, hay evangelios menos importantes que se llaman de los doce apóstoles, de Matías, de Judas, de Bartolomé, etc.
En 1945 se descubrió en Egipto una biblioteca de literatura gnóstica (Nag Hammadi) escrita en copto, la cual brindó tres documentos de gran valor: el Evangelio de la Verdad, escrito en Roma ca. 140 d.C., que medita enigmáticamente sobre la redención; el Evangelio de Tomás, procedente de Siria, que da 114 dichos gnósticos de Jesús; y el Evangelio de Felipe, en el que se rechaza enfáticamente todo lo sexual.
Más recientemente hemos escuchado del Evangelio de Judas, que es otra falsificación gnóstica.
Hechos Apócrifos
Para intentar relatar la vida de los apóstoles algunos cristianos de siglos posteriores escribieron sus propios libros de Hechos.
El resultado incluye ciertos datos de innegable valor, pero los hay también netamente fantásticos, de tendencia apologética y herética.
Algunos de ellos son: Hechos de Pedro, de Pablo, de Andrés, de Juan, de Tomás, etc.
Epístolas Apócrifas
Como Pablo parece inferir en 2 Tesalonicenses 3:17: “La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda carta mía; así escribo”; aún durante su vida hubo falsificadores de su firma.
Pero fue en los siglos II y III que esta literatura seudoepigráfica llegó a su apogeo, sobre todo en Siria y Egipto. Sus autores procuraban acreditar aparentes privilegios de determinadas iglesias; o suplir supuestas epístolas apostólicas, ahora perdidas.
Algunas de estas cartas son: La correspondencia entre Cristo y Agbaro rey de Edesa, Epístola de los Apóstoles, Tercera de Corintios, Epístola a los Laodicences y la Correspondencia entre Pablo y Séneca.
Apocalipsis Apócrifos
En estas obras se ve todo el género apocalíptico de visiones, éxtasis, arrebatamientos y apariciones angélicas.
En ciertos sectores el Apocalipsis de Pedro gozó de reputación canónica en el siglo II; en menos valor se tuvieron los Apocalipsis de Pablo, de Juan (no canónico), de Tomás y Esteban y de María.
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