Testimonios Acerca de Jesús
Una de las cosas de mayor importancia en el cristianismo es conocer verdad acerca de la identidad de Jesucristo; para poder establecerlo veremos los testimonios bíblicos acerca de lo que Él dijo de si mismo y de lo que la gente dijo de Él.
Durante mi vida cristiana de más de 30 años muchísima gente; no uno solo sino varios, me han dicho de que Jesús nunca dijo haber sido Dios, eso demuestra que nunca se han tomado tiempo para leer la Biblia y averiguar que dijo Jesús de si mismo.
En Juan 5:31-39 Jesús muestra cuatro testigos que hablan por Él:
Juan 5:31-39
31 Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.
32 Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.
33 Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.
34 Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.
35 El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.
36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.
37 También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,
38 ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.
39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí
En este pasaje Jesús no apela al testimonio de si mismo para demostrarle a los judíos que Él era quien decía ser, el declara acerca de cuatro testigos que lo respaldan:
1. Juan el Bautista
2. La obras que el hacía
3. Dios el Padre
4. Las Escrituras (el Antiguo Testamento)
Pero a pesar de esto, Jesús dijo muchas cosas acerca de si mismo:
En Marcos 14:61-62 dijo claramente en Su juicio: “Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”
Que declaración más poderosa, Jesús está diciendo claramente que Él es el Cristo, el Mesías que estaban esperando los judíos.
Anteriormente, al principio de su ministerio Él lo había dicho también:
Lucas 4:16-21
16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
18 Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;
19 A predicar el año agradable del Señor.
20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Como dice un viejo dicho: “A buen entendedor pocas palabras”; aquí Jesús esta leyendo una profecía mesiánica que se encuentra en Isaías 61:1-2, y dice: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.”
Lo que le estaba diciendo es que ellos estaban en ese momento con el Mesías que estaban esperando.
En Juan 6:38 Jesús dijo abierta y públicamente de donde venía: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.”
Aquí Jesús está declarando su origen divino.
En Juan 8:42 Jesús siguió dando más luz acerca de esto: “Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.”
En Juan 5:17-18 Jesús dio otra afirmación que fue claramente entendida por los judíos: “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.”
Jesús no tenía ningún temor de decir que era el hijo de Dios, lo decía de tal manera que los judíos lo entendiesen claramente.
Pero en Juan 10:30 Jesús fue más allá cuando dijo: “Yo y el Padre uno somos.”
Varias Biblias (Biblia del Pueblo de Dios, Nacar Colunga, Latinoamericana, Reina Valera 2000 entre otras) dice: “Yo y el Padre somos la misma cosa.”
Si Jesús y el Padre son la misma cosa, entonces Jesús es Dios.
En Juan 14:7-9 mientras Jesús habla con Felipe hace un declaración que reafirma lo anterior: “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”
Si el que ha visto a Jesús ha visto al Padre y Jesús y el Padre son lo mismo, entonces Jesús es Dios.
Durante su vida Jesús no tuvo problemas en recibir la adoración de la gente, ni tampoco que le dijeran Dios.
En Mateo 14:33 dice: “Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.” Aquí Jesús permitió que la gente le adorara y que le dijeran Dios; el no se molestó cuando lo adoraron diciendo: “No me adoren, yo no soy Dios solo soy un hombre.”
En Mateo 28:8-9 Jesús dejó que las mujeres le adoraran: “Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.”
En Juan 5:23 Jesús dijo que lo debían adorar como lo hacían con el Padre: “para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.”
La palabra honrar es el término griego timao que significa reverenciar.
Si Jesús exigió reverencia y aceptó la adoración de la gente es porque Él sabía claramente que era Dios.
Veamos lo que la gente dijo acerca de Jesús.
Citemos primeramente a Juan el Bautista.
En Juan 1:32-34 dijo claramente: “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”
El testimonio de Juan el clarísimo: Jesús es el Hijo de Dios.
Veamos ahora lo que dijo Pedro:
“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:13-16).
Aquí Jesús le está preguntando a sus discípulos que decía la gente de Él; y luego les pregunta quienes piensan ello que es Él, y Pedro dice claramente: Tu eres el Cristo, es decir, el Mesías, el Hijo de Dios.
Veamos ahora lo que le dijo Marta:
“Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (Juan 11:27).
Marta se dio cuenta de que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios.
Tomás también hablo de Jesús:
“Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:24-28).
Tomás llamó a Jesús Dios.
Ahora veamos lo que dijo Pablo de Jesús:
“Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).
Pablo dice que Jesús era su Gran Dios y Salvador.
Los judíos se dieron cuenta rápidamente de quien era Jesús:
“Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Juan 10:33).
Finalmente veamos lo que dijo el Centurión Romano en Mateo 27:54: “El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.”
En los Evangelios podemos ver una mayor cantidad de comentarios de la gente acerca de Jesús, estos nos sirven para demostrar que Jesús dijo y la gente entendió claramente que era el Hijo de Dios.
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