La Coraza de la Justicia
. . .y vestidos con la coraza de justicia.
- Efesios 6:14
La coraza era una parte vital en el armamento de todo soldado romano, debido a que protegía sus órganos vitales del ataque de los ejércitos con los que se enfrentaban.
Por lo general la coraza que cubría al soldado romano estaba hecha de bronce; pero si el soldado pertenecía a una clase próspera podía ser una cota de malla; un material mucho más fino. Una coraza hecha de estos materiales la perforaría fácilmente y la espada podría no solo penetrar sino hacer cortes hacia arriba y hacia abajo. Ese tipo de coraza protegía no solo de la espada pero también de los darnos que venían en diferentes direcciones. Hay en esto una verdad que debe ser afirmada. Si algo debe ser hecho con un material resistente es la coraza de justicia para confrontar el ataque del adversario.
Esta figura de la coraza de la justicia se ve también en el Antiguo Testamento; en Isaías 59:16-17 podemos ver que dice: “El vio que no había nadie, se sorprendió de que nadie interviniera. Entonces su brazo lo socorrió y su justicia lo sostuvo. El se puso la justicia por coraza y sobre su cabeza, el casco de la salvación; se vistió con la ropa de la venganza y se envolvió con el manto del celo” (Biblia del Pueblo de Dios).
La pregunta aquí es acerca de que justicia está hablando; ¿será acaso de nuestra propia justicia?
Definitivamente no, Porque en Isaías 64:6 dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento” (Reina Valera 1960).
La versión Palabra de Dios para Todos nos da una visión más gráfica de lo que está hablando: “Todos nosotros nos volvimos como alguien impuro, todas nuestras obras justas son como una toalla higiénica sucia. Todos nosotros como una hoja nos marchitamos y caemos. Nuestros pecados nos arrastran como el viento.”
Para Dios todas nuestras justicias son algo sucio como el trapo donde caía la sangre muerta de una mujer que estaba menstruando.
La Biblia Amplificada nos da más luces de lo que dice este verso: “Porque todo nos hemos vuelto como alguien que es inmundo [ceremonialmente, como un leproso], y todas nuestras justicias (nuestras mejores obras de rectitud y justicia) son como sucios trapos de una tela contaminada, todos caímos como hojas, fuimos alejados como el viento [lejos del favor de Dios, corriendo hacia la destrucción].”
Este pasaje nos muestra claramente que Dios no acepta nuestra propia justicia ni rectitud como un medio para poder justificarnos delante de él.
En Romanos 3:19-24 podemos ver esto de manera más clara: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Reina Valera 1960).
Veamos este pasaje en la Biblia Expandida:
Romanos 3:19-24 (Biblia Expandida)
19 Ahora bien, nosotros sabemos que todo lo que dice la Ley es válido para los que están bajo la Ley, a fin de que toda boca se calle y nadie pueda alegar inocencia y todo el mundo sea condenado bajo el juicio de Dios.
20 Porque ante los ojos de Dios, ningún ser humano será justificado (declarado inocente y hecho justo) por medio del cumplimiento de las obras de la Ley, ya que la Ley se limita a hacernos conocer completa y conscientemente el pecado.
21 Pero ahora, aparte e independientemente de la Ley, se ha manifestado abiertamente la justicia de Dios que es testificada y confirmada por la Ley y los Profetas;
22 la justicia de Dios, que es por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no existe ninguna distinción ni diferencia
23 porque todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,
24 pero son justificados (declarados inocentes y hechos justos) gratuitamente por medio de su gracia (que es el favor y la buena voluntad de Dios hacia nosotros) provista por medio de la redención cumplida en Jesucristo (el Salvador Ungido).
No es nuestra justicia propia lo que nos declara inocentes y hace justos delante de Dios, sino la justificación gratuita que Dios nos dio basada en los méritos de la obra de Jesucristo por nosotros.
En 2 Corintios 5:21 dice: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (Reina Valera 1960).
Veamos este pasaje en otras versiones para entender mejor lo que pasó en la cruz:
2 Corintios 5:21 (Versión de Arcas y Fernández)
21 Cristo fue del todo inocente; más, por nosotros, Dios le trató como al propio pecado, para que por medio de él experimentemos nosotros la fuerza salvadora de Dios.
2 Corintios 5:21 (Biblia al Día)
21 Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.
2 Corintios 5:21 (Biblia Latinoamericana)
21 Dios hizo cargar con nuestro pecado al que no cometió pecado, para que así nosotros participáramos en él de la justicia y perfección de Dios.
2 Corintios 5:21 (Biblia en Lenguaje Sencillo)
21 Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo.
2 Corintios 5:21 (Biblia del Pueblo de Dios)
21 A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él.
2 Corintios 5:21 (Biblia Castillian)
21 Porque Dios tomó a Cristo, que de sí mismo no conocía el pecado, y le hizo cargar con el nuestro como si fuera suyo; de esta forma, a nosotros, libres ya de toda culpa, Dios nos declara justos.
Al ver todas estas versiones podemos tener una idea más clara de lo que sucedió.
Jesús no conocía pecado, porque nunca había pecado, pero Dios lo trató como si fuera un pecador; y le hizo cargar nuestro pecado como si fuera suyo, el justo se identifico con los injustos y tomó nuestra propia naturaleza pecaminosa, para así poder liberarnos de toda culpa y de ese modo declararnos inocentes y hacernos justos delante Dios.
Hace años me dieron un ejemplo que muestra esta verdad.
Habían 2 hermanos gemelos en China que tenían caracteres totalmente opuestos, el uno era un delincuente, mientras que el otro era considerado una buena persona.
Un día el hermano malo llegó a la casa del hermano bueno con la ropa completamente ensangrentada, había asesinado a un hombre y estaba huyendo de la policía.
Este le dijo a su hermano: “Dame tu camisa ensangrentada y escóndete por unos días”.
Cuando se fue el hermano malo, el otro se puso la camisa ensangrentada y se sentó esperando a la policía, cuando llegaron lo llevaron directamente a la prisión y a los pocos días lo llevaron ante el juez; el cual ante las evidencias y los testimonios lo condenó a la pena de muerte.
Luego de ser ejecutado, su hermano se enteró y arrepentido fue ante el juez, diciéndole: “Han ejecutado a un inocente, yo fui el asesino, ahora ejecútenme a mi.”
El juez le dijo: “No podemos, la ley dice que no se puede juzgar a dos personas por el mismo delito, tu hermano dio su vida por ti, eres completamente libre.”
Eso fue lo que hizo Jesús, el pagó el precio del castigo de nuestro pecado, ahora somos justos delante de Dios, libres y completamente inocentes.
En Cristo Jesús hemos sido hechos la justicia de Dios.
Esta es la justicia a la que se refiere la coraza de la justicia; la obra de Cristo en la cruz para declararnos completamente inocentes y hacernos justos. No por nuestros propios méritos sino por la obra de Jesús.
Es en esta verdad que tenemos que pararnos, ya que el diablo quiere que coloquemos nuestros ojos en nosotros mismos, con todos nuestros pecados fracasos y errores en lugar de vernos en la obra de Cristo en la cruz; porque él sabe que cada vez que saquemos los ojos de Cristo seremos vencidos.
Debemos vernos como lo que somos, justos e inocentes delante de Dios.
Hay una vieja frase que es repetida constantemente por muchos cristianos; que parece muy correcta y humilde pero que no es más que una mentira del diablo para mantenernos atados: “Soy un pecador salvo por gracia.”
¡No! Ya no somos pecadores, fuimos pecadores pero ya no lo somos.
Estaba predicando en una iglesia donde asistieron un grupo de ex drogadictos cristianos que decían: “Soy un drogadicto salvo por gracia.”
Al final se me acercó uno que me dijo: “Ayúdeme, tengo ocho meses de cristiano pero aún continúa este sentimiento horrible de necesidad por las drogas, no se que me pasa.”
Yo le respondí: “¿No has estado diciendo que eres un drogadicto salvo por gracia?” El me respondió que si. Por lo que le dije: “Mientras continúes diciendo que eres un drogadicto, te seguirás viendo como un drogadicto y ese deseo continuará en ti. Tu ya no eres un drogadicto salvo por gracia, eres un santo salvo por gracia.”
Cuando se dio cuenta de esto pude ministrarlo y quedó completamente libre.
En 1 Corintios 6:9-11 dice: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (Reina Valera 1960).
Al decir “erais”, significa que ya no somos, no somos más pecadores porque ya hemos sido lavados, santificados y justificados.
Mientras el diablo los mantenga en el pasado podrá derrotarnos todo el tiempo, porque no sentiremos la suficiente confianza para resistirlo porque nos sentiremos “muy pecadores”.
Cada vez que quieras levantarte y caminar con Dios el diablo vendrá para engañarte y condenarte diciéndote: “¿Realmente piensas que Dios quiere usarte? ¿Recuerdas lo que hiciste ayer? No eres más que un pecador que no sirve para Dios.”
Yo he estado ahí, lamentándome por las cosas que he hecho, sintiéndome deprimido y humillado, pensando que Dios nunca me usaría; sintiendo una fuerte condenación que me impedía levantarme; hasta que descubrí la verdad.
En Romanos 8:1-2 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Reina Valera 1960).
Ya no hay ninguna condenación en mi porque estoy en Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Si la justicia de Dios dependiese de mis propias obras estaría en problemas, pero no es así, no depende de mi, depende de la obra de Jesús en mi; y puedo decir como el apóstol Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20, Reina Valera 1960).
Hemos sido justificados gratuitamente, hemos sido declarados y hechos justos, por eso es que libres ya de culpa podemos caminar en la vida victoriosa que Dios nos proveyó.
En Romanos 5:17 vemos algo más de esta justicia: “En efecto, si por la falta de uno solo reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un solo hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el don de la justicia” (Biblia del Pueblo de Dios).
Veamos la Biblia Expandida para poder explicar esto de manera más clara: “Porque si por la transgresión de un solo hombre (Adán) reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán como reyes en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo (el Salvador Ungido), aquellos que han recibido superabundantemente la gracia y el don gratuito de la justicia (que los declaró inocentes e hizo justos).”
El hecho de haber recibido superabundantemente la gracia y el don de la justicia nos capacita para vivir como reyes en esta vida.
La coraza de la justicia es importante tenerla puesta todo el día, no solo porque nos permite resistir todos los ataques que el diablo trae contra nosotros para hacernos sentirnos condenados y derrotados, sino porque nos permite caminar como reyes en esta vida.
La falta de conocimiento de esta verdad ha hecho que los cristianos vivan en esclavitud durante mucho tiempo, pero al conocer la verdad de que son justos e inocentes delante de Dios, esa verdad los hace libres para caminar como reyes en esta vida.
En Isaías 51:7-8 dice: “Escuchadme, vosotros que conocéis la justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis el oprobio del hombre, ni os desalentéis a causa de sus ultrajes. Porque como a vestido se los comerá la polilla, y como a lana se los comerá la larva. Pero mi justicia durará para siempre, y mi salvación por todas las generaciones” (La Biblia de las Américas).
Nosotros hemos conocido la justicia de Dios, sabemos que hemos sido declarados inocentes y hechos justos, así que pongámonos nuestra coraza de justicia cada día y contrarrestemos toda mentira que el diablo use para condenarnos, derrotarnos y volvernos inefectivos.
Ricardo Botto